sábado, 17 de marzo de 2018

FABRICANTES DE JABONES


Fabricante de jabones . 



Un cristiano estaba caminando por la calle cuando se encontró con el dueño de una compañía que fabricaba jabones.

Mientras hablaban, el fabricante de jabones dijo: «El evangelio que usted predica no puede ser muy bueno, porque todavía hay mucha gente mala.»

El cristiano notó que había un niño cerca jugando con lodo. El niño estaba manchado de lodo de pies a cabeza.

El cristiano dijo a su amigo: «Su jabón no puede ser muy bueno, porque todavía hay mucho sucio en el mundo.»

El hombre respondió: «Bueno, solamente limpia cuando una persona lo usa.»

¡Exactamente!» --dijo el cristiano!

LOS CLAVOS EN LA PUERTA

 

LOS  CLAVOS  EN  LA  PUERTA 




Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio. Su padre le regaló una caja de clavos y le dijo que cada vez que perdiera el control tenía que clavar un clavo en la parte trasera de la puerta.

El primer día el niño había clavado 37 clavos en la puerta. Durante las próximas semanas, como había aprendido a controlar su rabia, la cantidad de clavos comenzó a  desminuir diariamente.

Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos en la puerta. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos. Le contó a su padre sobre ésto y su padre le sugirió que por cada día que se pudiera controlar sacara un clavo.

Los días transcurrieron y el niño finalmente le pudo contar a su padre  que había sacado todos los clavos, el padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: “Haz hecho bien, hijo mio, pero mira los hoyos en la puerta.

La puerta nunca volverá a ser la misma, cuando dices cosas con rabia, dejan una cicatriz igual que ésta. Le puedes clavar un cuchillo a un hombre y luego sacárselo. Pero no importa cuántas veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí”, una herida verbal es tan dañina como una física.

Recuerda que los amigos son joyas muy escasas, te hacen reir y alentarte para que progreses; te prestan un oído, comparten palabras de aprecio y siempre quieren abrirnos su corazón.

CRISTO ES REDENTOR PORQUE ES HIJO DE DIOS


Cristo es redentor porque es Hijo de Dios
Sábado cuarta semana de Cuaresma. Cristo es, por encima de todo, el Hijo de Dios, enviado al mundo para salvarnos.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




La liturgia de estos días nos va hablando de cómo Jesús se va encontrando cada vez más ante un juicio. Un juicio que Él hace sobre el mundo y, al mismo tiempo, un juicio que el mundo hace sobre Él. El juicio que el mundo hace sobre Él se define en la fe, y por eso dirá: "Si no creen que Yo soy". Ese juicio, que se define en la fe, es el juicio del hombre que tiene que acabar por aceptar la presencia de Dios tal y como Él la quiere poner en su vida, porque mientras el hombre no acepte esto, Jesucristo no podrá verdaderamente salvarlo.

Cristo es acusado, y por eso dirá: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre conocerán lo que Yo soy". Pero, al mismo tiempo es juez, y es Él mismo el que realiza el veredicto definitivo sobre nuestro pecado.

El juicio que nosotros hacemos sobre Cristo se resume en la cruz. Dios envía a su Hijo, y el mundo lo crucifica; Dios realiza la obra de la redención a través del juicio que el mundo hace de su Hijo, es decir de la cruz.

Esto es para nosotros un motivo de seria reflexión. El darnos cuenta de que nuestro juicio sobre Cristo es un juicio condenatorio, porque lo llevan a la cruz.

Nuestros pecados, nuestras debilidades, nuestras miserias, reconocidas o no, son las que juzgan a Cristo. Y lo juzgan haciéndolo que tenga que ser levantado y muerto por nosotros. Ésa es nuestra palabra sobre Cristo; pero, al mismo tiempo, tenemos que ver cuál es la palabra de Cristo sobre nosotros. Jesús dirá: "Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces conocerán que Yo soy". Ese "Yo soy", no es simplemente un pronombre y un verbo, "Yo soy" es el nombre de Dios. Cuando Cristo está diciendo "Yo soy", está diciendo Yo soy Dios.

La cruz es la que nos revela, en ese misterio tan profundo, la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, porque la cruz es el camino que Dios elige, que Dios busca, que Dios escoge para hacer que nuestro juicio sobre Él de ser condena, se transforme en redención. Ésa es la moneda con la que Dios regresa el comportamiento del hombre con su Hijo.

Hay situaciones en las que, por nuestros pecados y por nuestras debilidades, vivimos en la obscuridad y en la amargura. Parecería que la expulsión de la comunión con Dios, que produce todo pecado, sería la auténtica respuesta de Dios al hombre, y, sin embargo, no es así. La auténtica respuesta de Dios al hombre es la redención. Mientras que el hombre responde a Dios juzgando, condenando y crucificando a su Hijo, Dios responde al hombre con un juicio diferente: la redención, el perdón. Pero para eso nosotros necesitamos ponernos en manos de Dios nuestro Señor.

Cristo constantemente nos está diciendo que Él es redentor porque es Hijo de Dios. Es decir, Él es el redentor porque es igual al Padre. "Yo soy", no me ha dejado solo, yo hago siempre lo que a Él le agrada. Ése es Cristo. Por eso es nuestro redentor. Cristo no es solamente alguien que se solidariza con nosotros, con nuestros pecados, con nuestras debilidades; Cristo es, por encima de todo, el Hijo de Dios, enviado al mundo para salvarnos.

Tenemos urgencia de descubrir esto para hacer de Cristo el primero. Único y fundamental punto de referencia; criterio, centro y modelo de toda nuestra vida cristiana, apostólica, espiritual y familiar, para que verdaderamente Él pueda redimir nuestra vida personal, para que Él pueda redimir la vida conyugal de los esposos cristianos, para que Él pueda redimir la vida familiar, para que Él pueda redimir la vida social de los seglares cristianos, porque si Cristo no se convierte en punto de referencia, no podrá redimirnos.

Se acerca la Semana Santa, que son momentos en los que podríamos quedarnos simplemente en una contemplación sentimental de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, cuando lo que está sucediendo en la Semana Santa es que Cristo se convierte en el juez y Señor de la historia, en el único que puede vencer a lo que destruye a la historia, que es la muerte. Cristo, vencedor de la muerte, se convierte así en el Señor de toda la historia y de toda la humanidad; en juez de toda la historia de la humanidad, y lo hace a través de la cruz, por lo que se transforma de condena en redención.

Seamos capaces de ir cristianizando cada vez más nuestros criterios, de ir cristianizando cada vez más nuestros comportamientos y de ir haciendo de nuestro Señor el punto de referencia de nuestra existencia. Que nuestra fe, nuestra adhesión, nuestro ponernos totalmente del lado de Cristo se conviertan en la garantía de que nosotros no muramos en nuestros pecados, sino que hagamos de la condena que sobre ellos tendría que cernirse, redención; y del castigo que sobre ellos tendría que caer en justicia, hagamos misericordia en nuestros corazones.

PAPA FRANCISCO LLEGA A PIETRELCINA PARA CELEBRAR EL CENTENARIO DE LOS ESTIGMAS DE SAN PÍO


El Papa llega a Pietrelcina para celebrar el centenario de los estigmas del P. Pío
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



El Papa Francisco se encuentra ya en Pietrelcina, Italia, en la visita pastoral a esta localidad y a la de San Giovanni Rotondo con motivo de la celebración del centenario de la aparición de los estigmas al Padre Pío de Pietrelcina, y del 50 aniversario del fallecimiento del santo.

En su visita, el Santo Padre mantendrá diversos encuentros con los fieles y el clero de las Diócesis de Benevento y de Manfredonia-Vieste-San Giovanni, a las que pertenecen ambas localidades, venerará los restos del P. Pío de Pietrelcina en el Santuario de Santa María delle Grazie, se encontrará con los enfermos del hospital Casa Sollievo della Sofferenza y celebrará la Santa Misa.

El helicóptero que trasladó al Pontífice desde el helipuerto del Vaticano hasta Pietrelcina, despegó a las 7 de la mañana, hora de Italia, de este sábado 17 de marzo. A su llegada, una hora más tarde, Francisco fue recibido por el Arzobispo de Benevento, Mons. Felice Accrocca, y por el alcalde de Pietrelcina.

Tras los saludos protocolarios, y antes de dirigirse hacia el encuentro con los fieles de la Diócesis, el Papa rezó brevemente ante el olmo de los estigmas, junto al cual el Padre Pío recibió los estigmas de Jesucristo en septiembre de 1910, aunque permanecieron invisibles hasta el año 1918.


Biografía de San Pío de Pietrelcina

El P. Francesco Forgione, nombre de Bautismo de San Pío de Pietrelcina, nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Sus padres fueron Horacio Forgione y María Giuseppa. Creció dentro de una familia humilde, pero como un día él mismo dijo, nunca careció de nada.

Fue un niño muy sensible y espiritual. En la iglesia Santa María de los Ángeles fue bautizado, hizo la Primera Comunión y la Confirmación. En este mismo lugar se le apareció, cuando tenía cinco años, el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el resto de su vida.

Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en enero de 1903. El día anterior de entrar al Seminario, tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre.

En esta visión Cristo puso su mano sobre el hombro del fraile, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave y maternalmente, penetrando en lo más profundo de su alma.

Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Benevento. En febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte el 23 de setiembre de 1968.

Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II en 2002.

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Lo que no se vio de la visita del Papa Francisco a la tierra del Padre Pío
Redacción ACI Prensa
 Fotos: Vatican Media / ACI Prensa



Este sábado 17 el Papa Francisco visitó las localidades italianas de Pietrelcina y San Giovanni Rotondo para conmemorar los 50 años del fallecimiento del Padre Pío y el centenario de la aparición de los estigmas en el cuerpo del fraile capuchino.

A continuación presentamos seis detalles que no se vieron de esta histórica visita a las diócesis de Benevento y de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo:



1. El Papa llega a Pietrelcina, rompe el protocolo y recibe una pizza

El Papa Francisco llegó a la tierra natal del Padre Pío diez minutos antes de las 8 de la mañana en un helicóptero que lo trajo desde el Vaticano. Sin embargo, una vez que descendió, rompió el protocolo y fue a pie hasta la capilla San Francisco, saludando a los fieles que clamaban “¡Viva Francisco!”. Uno de estos le entregó una pizza con los rostros del P. Pío y de Francisco.




2. Francisco reza ante el olmo de los estigmas

Durante la visita a Pietrelcina, el Santo Padre rezó brevemente en la capilla San Francisco frente al olmo de los estigmas. Según cuenta la historia, en septiembre de 1910 el P. Pío se sentó bajo la sombra de este árbol para orar al Señor, sucediendo lo inexplicable: la aparición de los estigmas. El fraile le pidió a Cristo que estos no se viesen, un pedido que fue concedido hasta 1918.




3. El tierno encuentro con los niños de la “Casa sollievo della Sofferenza”

Ya en San Giovanni Rotondo, a donde también llegó en helicóptero, el Papa Francisco visitó a unos 18 niños del área de Oncología. También conversó con el personal médico y con unas personas que, vestidas como payasos, dan ánimo a los pequeños.



4. Besa el crucifijo de los estigmas


Como parte del programa, el Santo Padre rezó unos minutos ante el cuerpo casi incorrupto del Padre Pío, en el Santuario de Santa Maria delle Grazie, donde también besó el crucifijo frente al cual el fraile recibió los estigmas en septiembre de 1918 y que seguirían presentes en su cuerpo durante 50 años.


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El Papa anima a seguir estos 3 ejemplos del Padre Pío, “apóstol del confesionario”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media


El Papa Francisco finalizó su visita apostólica a Pietrelcina y a San Giovanni Rotondo con una Misa celebrada en la iglesia de San Pío de Pietrelcina en la que puso al Padre Pío, “apóstol del confesionario”, como referencia de oración, pequeñez y sabiduría.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre estos tres conceptos a partir de las lecturas del día.

Oración

Francisco llamó la atención sobre la naturalidad y la espontaneidad con la que Jesús rezaba. Para Él, la oración no era algo opcional, “acostumbraba a retirarse a lugares desérticos a rezar. El diálogo con el Padre se encontraba en el primer lugar”.

“Si queremos imitar a Jesús, comencemos también por donde Él comenzaba, es decir, con la oración”, señaló.

A continuación, preguntó: “Nosotros cristianos, ¿rezamos bastante? Con frecuencia, en el momento de rezar, nos vienen a la mente muchas escusas, muchas cosas urgentes que debemos hacer… Entonces dejamos de lado la oración”.

En este sentido, afirmó que “San Pío, cincuenta años después de su subida al Cielo, nos ayuda porque ha querido dejarnos en herencia la oración. Recomendaba: ‘Rezad mucho, hijos míos, rezad siempre, sin cansaros’”.

Francisco insistió en la importancia de la oración: “No se conoce al Padre sin abrirse a la alabanza, sin dedicarle tiempo a Él sólo, sin adorar. Es el contacto personal de tú a tú. Estar en silencio delante del Señor es el secreto para entrar cada vez más en comunión con Él”.

También preguntó: “¿Nuestra oración se parece a la de Jesús o se reduce a ocasionales llamadas de emergencia? ¿O recurrimos a ella como tranquilizantes que deben tomarse en dosis regulares para aliviar un poco el estrés?”.

“No, la oración es un gesto de amor, es estar con Dios y llevarlo a la vida del mundo. Es una indispensable obra de misericordia espiritual. Y si nosotros con confiamos nuestros hermanos, las situaciones al Señor, ¿quién lo hará? ¿Quién intercederá, quién se preocupará de llamar al corazón de Dios para abrir la puerta de la misericordia a la humanidad necesitada?”.

Por este motivo, aseguró, “el Padre Pío nos ha dejado los Grupos de Oración”, que él mismo fundó tras la Segunda Guerra Mundial.


Pequeñez

Sobre este segundo concepto, el Papa Francisco recuerda la alabanza de Jesús a Dios porque ha revelado los misterios de su Reino a los pequeños. “¿Quiénes son estos pequeños que saben acoger los secretos de Dios?”, se preguntó.

“Los pequeños son aquellos que tienen necesidad de los grandes, que no son autosuficientes, que no creen que se puedan bastar por sí mismos. Los pequeños son aquellos que tienen el corazón humilde y abierto, pobre y necesitado, que perciben la necesidad de rezar, de confiar y de dejarse acompañar”.

De forma gráfica, explicó que “el corazón de estos pequeños es como una antena que capta la señal de Dios. Porque Dios busca el contacto con todos, mientras que el que se hace grande crea una enrome interferencia: cuando se está lleno de uno mismo, ya no queda lugar para Dios”.

Por ese motivo, “Él se dirige a los pequeños, se revela a ellos, y la vía para encontrarlo es la de abajarse, de encogerse dentro, de reconocerse necesitado. El misterio de Jesús, como vemos en la Hostia en cada Misa, es el misterio de la pequeñez, del amor humilde, y sólo se puede captar haciéndose pequeño y frecuentando a los pequeños”.

“Quien cuida a los pequeños está de parte de Dios y vence a la cultura del descarte que, por el contrario, prefiere a los poderosos y considera inútiles a los pobres. Quien prefiere a los pequeños, proclama una profecía de vida contra los profetas de la muerte de todos los tiempos”.


Sabiduría

“La verdadera sabiduría no reside en tener grandes habilidades y la verdadera fuerza no está en el poder”, aseguró el Papa Francisco en la homilía. “No es sabio el que se muestra fuerte, y no es fuerte el que responde al mal con el mal”.

Afirmó que “la única arma sabia e invencible es la caridad animada por la fe, porque tiene el poder de desarmar las fuerzas del mal”.

Recordó que “San Pío combatió el mal durante toda su vida, y lo combatió sabiamente, como el Señor: con humidad, con obediencia, con la cruz, ofreciendo el dolor por amor”.

“Y todo ello es admirado, pero pocos hacen lo mismo”, lamentó. Por el contrario, la verdadera vía de la sabiduría consiste en buscar al Señor, “y el medio decisivo para encontrarlo es la Confesión, el sacramento de la Reconciliación. Allí comienza y recomienza una vida sabia, amada y perdonada, allí inicia la sanación del corazón”.


Por ese motivo, el Padre Pío es llamado “un apóstol del confesionario”, y como tal, “también hoy nos invita al confesionario: ‘Ven, el Señor te espera. Con valentía, no hay ningún motivo tan grave que te excluya de su misericordia’”.

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Padre Pío asombró al mundo y es un ejemplo en la lucha contra el demonio, dice el Papa
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media



El primer encuentro del Papa Francisco en la tierra del Padre Pío fue con los fieles en la plaza principal, a quienes recordó en líneas generales la figura del santo, un fraile que “asombró al mundo”.

“Este humilde hermano capuchino ha asombrado al mundo con una vida dedicada a la oración y a la escucha paciente de sus hermanos, sobre cuyos sufrimientos derramaba como bálsamo la caridad de Cristo”, explicó el Papa.

Francisco reconoció su alegría por estar presente y recordó que allí fue donde el Padre Pío “nació e inició su larga y fecunda vida humana y espiritual”. Ahí “aprendió a rezar y a reconocer en los pobres la carne del Señor, hasta que creció en el seguimiento de Cristo y solicitó ser admitido entre los Frailes Menores Capuchinos”.

Francisco añadió que también fue allí donde “comenzó a experimentar la maternidad de la Iglesia, de la cual fue siempre hijo devoto”.

Aludió también a un periodo difícil para el santo en el que “fue fuertemente atormentado en su interior y temía caer en el pecado, sintiéndose atacado por el demonio”.

“¿Vosotros sabéis que el demonio existe?”, preguntó a los fieles que respondieron con un “¡sí!”. "El demonio se mete dentro de nosotros, nos mueve, nor atormenta, nos engaña", añdió.

“El Padre Pío se sumergió de lleno en la oración para adherirse cada vez mejor a los diseños divinos” y “a través de la celebración de la Santa Misa, que constituía el corazón de cada jornada suya y la plenitud de su espiritualidad, alcanzó un elevado nivel de unión con el Señor”.

Además, destacó como en ese mismo periodo “recibió de los alto dones místicos especiales, que precedieron en sus carnes a los signos de la pasión de Cristo”.

El Papa también remarcó que “siguiendo su heroico ejemplo y sus virtudes podéis convertiros también vosotros en instrumentos del amor de Jesús hacia los más débiles”.

“Al mismo tiempo, considerando su incondicionada fidelidad a la Iglesia, debéis dar testimonio de comunión, porque solo la comunión edifica y construye”.

El Pontífice deseó que "este territorio pueda traer una nueva vida de enseñanzas de vida del Padre Pío en un momento no fácil como el presente, mientras la población decrece progresivamente y envejece porque muchos jóvenes son obligados a irse a otras zonas a buscar trabajo”.

"Un territorio que se pelea todos los días asusta a la gente, está enfermo y triste. Una tierra en la que todos se quieren más o menos bien y no desean el mal, crece, se hace grande y fuerte”. Por tanto, “por favor, no perdáis tiempo en pelear entre vosotros. Esto no hace crecer, no hace caminar”, improvisó.

Además, deseó que “no falte una atención solícita y cargada de ternura a los ancianos, patrimonio incomparable de nuestras comunidades”.

“Animo a esta tierra a custodiar como un tesoro precioso el testimonio cristiano y sacerdotal de San Pío de Pieltrecina: que ella sea para cada uno de vosotros un estímulo para vivir en plenitud vuestra existencia, en el estilo de las bienaventuranzas y con las obras de misericordia”, concluyó.

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PAPA FRANCISCO VENERA EL CUERPO DE PADRE PÍO


El Papa venera el cuerpo del Padre Pío
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




Durante unos emocionantes minutos, el Papa Francisco veneró los restos del P. Pío de Pietrelcina en el Santuario de Santa María delle Grazie, en la localidad italiana de San Giovanni Rotondo, donde se encuentra con motivo del 50 aniversario del fallecimiento del “santo de los estigmas”.

Después de visitar a los enfermos del hospital “Casa del Alivio del Sufrimiento”, y a los niños ingresados en el Departamento de Oncología Pediátrica, el Santo Padre se trasladó al Santuario, donde vivió el Padre Pío desde el año 1916 hasta su muerte.

Tras rezar brevemente ante la urna de cristal que contiene las reliquias del santo, el Pontífice saludó a los miembros de la comunidad religiosa de los Capuchinos y se dirigió al exterior del santuario donde saludó brevemente a los fieles congregados.

Posteriormente, se dirigió hacia la iglesia de San Pío de Pietrelcina para celebrar la Santa Misa.

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EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 17 MARZO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 4ª semana de Cuaresma
 Hoy, sábado, 17 de marzo de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (11,18-20):

EL Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.
Palabra de Dios

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Salmo
Sal 7,2-3.9bc-10.11-12

R/. Señor, Dios. mío, a ti me acojo

V/. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.

V/. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.

V/. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.

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Lectura del santo evangelio según san Juan (7,40-53):

EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy sábado, 17 de marzo de 2018
 Eguione Nogueira, cmf
¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

La liturgia de la Palabra de hoy señala la importancia de la confianza y la fidelidad a Dios, principalmente en los momentos de incomprensión y persecución. Es lo que la primera lectura deja patente en la experiencia del profeta Jeremías, que puede decir a Dios: “a ti he confiado mi causa” (Jr 11,20). Aún más, el propio Dios le había instruido acerca de las intrigas de los enemigos. Con esto, podemos decir que nuestra vida está en las manos de Dios, aun cuando todo parezca decir lo contrario.

Es esta fuerza la que encontramos en Jesús, que no le deja sucumbir ante las acusaciones de sus adversarios. Como ayer, el Evangelio de hoy nos presenta los cuestionamientos acerca de la identidad de Jesús. Lo que escandaliza no es tanto el origen inmediato de Jesús (“¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?” Jn 7,41), sino que Dios pueda ser un hombre concreto, encarnado en nuestra historia, que camina como uno más con su pueblo. El problema nos que Jesús sea Dios, sino que Dios pueda ser Jesús, un hombre que siente hambre, sed, se cansa, duerme. Pero la lógica de la salvación pasa por asumir la carne, nuestra carne, pues como decía San Irineo “para eso se hizo el Verbo hombre, y el Hijo de Dios Hijo del Hombre, para que el hombre mezclándose con el Verbo y recibiendo la filiación adoptiva, se hiciese hijo de Dios” (Contra los herejes III,19,1).

Los textos de hoy nos llenan de coraje y esperanza, pues si miramos nuestra vida, veremos muchos momentos de dificultades, pero también podemos ver la confianza que hemos depositado en el Señor y cómo Él nos ha librado. ¿Cuántas veces en el desánimo e incluso cuando la esperanza parecía perder su puesto en nuestra vida, hemos visto las señales de Dios y dimos la vuelta en nuestra vida? ¿Cuántas veces no hemos pensado en abandonar todo porque las cosas no salieron como esperábamos, pero sentimos desde dentro que Dios nos sacaba de la desilusión y seguimos adelante?

La fe nos lleva a transponer barreras, a mirar más lejos y descubrir que Dios, que se hizo uno como nosotros, nos acompaña y nos alienta a seguir adelante, aún cuando todo parece decir lo contrario. La cruz será la máxima expresión de eso. Por eso, repitamos a lo largo del día: “Señor, Dios mío, a ti me acojo” (Sal 7).

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 17 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
17 de marzo




¿Eres fiel en el cumplimiento de lo mandado en el Evangelio? ¿Haces de las palabras de Jesucristo la norma de tu vida? ¿No te contentas con cumplir tú la ley, sino que la enseñas a los demás y los estimulas a su cumplimiento con la fuerza de tu palabra y el testimonio de tu vida?

El apóstol de Jesús tiene que esforzarse por la implementación del Reino de Dios en el mundo y el Reino de Dios es un reino de justicia, verdad, amor, paz.


P. Alfonso Milagro

FELIZ SÁBADO




viernes, 16 de marzo de 2018

ESTAMPA CON ORACIÓN A SAN JOSÉ


HOY VOY A APRENDER A SER FELIZ


Hoy voy aprender a ser feliz



Voy a amar a las personas por lo que son, seres humanos como yo, no por los malos momentos que me han hecho pasar los voy a odiar, al contrario agradeceré esos momentos de dolor porque gracias a ellos aprendí a madurar y por eso los voy a amar.

Voy a sonreír ante las situaciones difíciles y ante aquellos que me lleguen a lastimar, en vez de darles una mala palabra o maldición, les daré una sonrisa llena de bendición desde lo más profundo de mi corazón.

Para ser feliz también debo pensar que no siempre estarán conmigo las personas a las que amo, por eso cuando no esten a mi lado recordaré todos los bellos y felices momentos que pasamos juntos y eso me hará sonreír.

Y lo más importante, pondré absolutamente toda mi confianza en Dios, él conoce mi condición y sabe lo que es mejor para mi, y sé perfectamente  que me ayudará a ser feliz.

Espero que tu también logres ser feliz no solo hoy, sino siempre.

GRACIAS SEÑOR


Gracias Señor



Gracias, Señor, por ese mundo lleno de cielo que sale a nuestro paso para llenar el corazón con su belleza.

Gracias por el pan que nos das para aplacar el hambre.

Por la risa del niño que se vuelve caricia.

Por el mar y la nube. Por el don de sentir a plenitud la vida.

Gracias por cada hora, aún cuando no todas sean iguales de buenas.

Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su milagro, un pabilo de ensueño. Gracias, Señor, por los espejos maravillosos del mirar de nuestros padres y nuestras mentes. Por la amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.

Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber puesto trinos y alas en las ramas. Gracias por cada gota de rocío y por el arco y por el árbol que madruga su júbilo en el fruto.

Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de misterio. Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre de aquellos que se olvidaron de dártelas, en nombre de los que somos y los que seremos.

Gracias por toda la eternidad

Amén

JESÚS, COMPAÑERO DE CAMINO


Jesús, Compañero de Camino




Jesucristo se nos da en la Eucaristía como Compañero de camino. Recordemos aquel pasaje de los dos discípulos de Emaús que se iban de Jerusalén a su pueblito, tal vez con la convicción de que no había ya nada que hacer. Regresaban a lo de antes, regresaban a su vida antigua. Y, de pronto, un caminante se les acerca, un caminante que no quería, no permitía que lo reconocieran; era Jesús. Comienza una conversación más o menos larga, un poco difícil al principio, porque hasta le dicen: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha pasado en Jerusalén?” Y Él pregunta: “¿qué?, ¿qué ha pasado?” Después... les explica con la Biblia en la mano todos los pasajes que se referían a Él; dando obviamente a esta explicación un calor, una vitalidad que tuvo efecto

Cuando ya llegaron a Emaús, Jesús hizo el ademán de seguir adelante, como queriendo decir: ¡si me necesitan, díganmelo! Entonces le dijeron: ¡Quédate con nosotros! Lo invitan a cenar, Y a lo que voy es a esto, que cuando están cenando, Él permite que lo reconozcan: se les abren los ojos, y en ese momento se desaparece. La frase en la que me quiero fijar ahora es ésta, la que dijeron ellos: ¿No ardía nuestro corazón mientas nos hablaba en el camino y nos explicaba las escrituras? Eso es lo que pasa con los cristianos, con las personas que tienen fe en la Eucaristía, en los que saben reconocer que en el camino de su vida nunca van solos; Jesús va con ellos. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”

La vida puede ser dura, puede tener muchas lágrimas, muchas amarguras, mucho sufrimiento, pero es muy distinto sufrir solos que sufrir con Jesús; es muy diferente caminar solos por la vida que caminar codo con codo con Jesús de Nazareth; su presencia transforma el mismo sufrimiento en una cosa distinta. Pero muchas veces nosotros nos empeñamos en caminar solos por la vida; nos hacemos una vida amarga, dura, demasiado difícil, y Jesús nos podría decir: “¿No estoy yo aquí? ¿por qué no me llamas? ¿por qué no crees en Mí?
“Venid a mí todos: los leprosos, los tullidos, los endemoniados”. Todos cabemos ahí
¿Pero, dónde estás, dónde das cita?
Y Él nos dice:
“En todos los Sagrarios del mundo”- En tu parroquia, de día y de noche, sin horas de citas, con ganas enormes de darnos lo que nos ha regalado a precio de su sangre.

No cabe duda que se le queman las manos y el corazón por ayudarnos. Ojalá que vayamos muchas veces, aunque sea con el alma destrozada, tristes, cansados, y sepamos hallar allí la paz y el consuelo prometidos.

El que queda más contento es Él, porque Cristo encuentra su felicidad en curarnos, en salvarnos, en darnos la paz. ¡Hagamos feliz a Cristo! Podemos entristecerlo o alegrarlo, si vamos a Él con fe, o si huomos de Él como el joven rico. Zaqueo hizo feliz a Jesús en día de su conversión; María Magdalena hizo feliz a Jesús el día de su cambio de vida. El Hijo pródigo hizo feliz al Padre Celestial, al regresar; pero el joven rico lo puso muy triste. Cuando tú te vas, ten la certeza de que Jesús llora, y, cuando regresas, ten la certeza de que Jesús está muy contento.

Pensemos, por otra parte, en aquellos que no vienen a la Eucaristía. ¡Cuantos hombres hay hoy infelices, desgraciados, desesperados, ¡cuantos jóvenes, sobre todo, que están en la primavera de la vida, y están viviendo la crueldad y la dureza de un invierno! Estando el remedio tan cerca. La fuente a unos pasos, y morirse de sed. Además siendo tan fácil, porque ¿qué hace falta para acercarnos a Cristo en la Eucaristía? Tener un alma dispuesta, ser humildes, un precio bastante pequeño.

Es necesario llegar a ese Cristo, a ese compañero de camino y decirle desde el corazón :”Tengo un hambre y una sed incontenibles. Vengo cansado de buscar por mil caminos... No he encontrado, no he encontrado paz, ni amor verdadero; no he encontrado sentido a la vida... lejos de ti. Y tú has dicho que eres el camino, la verdad y la vida ¡Por eso vengo a pedirte ese maravillosos Pan de tu Eucaristía, quiero comer de ese pan para encontrar la paz, la vida verdadera, el amor y la felicidad auténticos! “Señor, danos siempre de ese pan y acompáñanos siempre en nuestro caminar”


Padre Mariano de Blas, L.C.

CÓMO SE PERFECCIONA UN EXORCISTA PARA ENFRENTAR AL DIABLO?


¿Cómo se “perfecciona” un exorcista para enfrentar al diablo?
POR DAVID RAMOS | ACI Prensa
Foto: Pixabay / Dominio público.





“Se podría decir, en líneas generales, que sí, que se necesitaría un mayor número de exorcistas para atender los casos que se presentan, pero sobre todo que se necesita una mejor capacitación”. Así lo asegura el P. Pedro Barrajón, Director del Instituto Sacerdos, que organiza un curso especial para capacitar a exorcistas en Roma, Italia.

En declaraciones a ACI Prensa este 15 de marzo, el P. Barrajón es claro: “no importa solo el número sino la calidad de las personas”.

Por lo “especial y delicado” de este ministerio, señala, se requiere que el exorcista tenga “una preparación sólida”.

El Instituto Sacerdos, del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, organiza del 16 al 21 abril de 2018 su 13° Curso de Exorcismo y de Oración de Liberación.

El presbítero español indica que “un grupo de sacerdotes, hace ya más de diez años, nos pidió tratar el tema del exorcismo y la oración de liberación. Ellos encontraban en su ministerio casos pastorales a los que no sabían muy bien qué solución dar, pues habían recibido poca formación al respecto en seminarios y en las facultades de teología”.

“Y es cierto que durante bastante tiempo este tema se dejó más bien a la práctica pastoral, pero no había demasiada profundización teológica”.


El también doctor en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana, asegura que en el curso para exorcistas “tratamos de ofrecer un programa serio, bien estructurado, con buena fundamentación bíblica, teológica, pastoral, canónica y en las ciencias humanas. El curso fue muy acogido desde el inicio”.

El perfil de un exorcista

El P. Barrajón destaca que la labor de un exorcista, asignada por un obispo a uno de sus sacerdotes, requiere de “hombres de Dios, prudentes, con fortaleza de espíritu, de profunda oración, de sana y sólida formación teológica y espiritual”.

Estos sacerdotes, precisa, deben ser “obedientes a la Iglesia y a los pastores, que no crean que el poder contra el diablo viene de ellos mismos”.

Por el contrario, advierte, tienen que estar conscientes de que “es Cristo Salvador quien es capaz de vencer al príncipe de este mundo”.

Teología, liturgia, psicología y culturas

El sacerdote español indica que el curso organizado por el Instituto Sacerdos se enfoca en “las bases teológicas sobre la existencia y naturaleza de las creaturas puramente espirituales que son los ángeles y, más en concreto de los ángeles caídos, los demonios”.

También, precisa “es muy necesaria también la formación litúrgica”, pues “no hay que olvidar que el exorcismo es un sacramental”.

“Y, además, es necesaria la formación canónica, elementos de psicología que permiten distinguir una enfermedad mental de verdadera acción diabólica, comprender cuáles son los criterios de discernimiento para poder juzgar si se trata verdaderamente de un caso de posesión”.

“Se da un panorama de la práctica del exorcismo en diversos continentes y culturas, se exponen los elementos que ayuden a la vida espiritual de quien se dedique a este ministerio y a los laicos que apoyan con la oración, etc.”, explica.

Entre los varios ponentes del curso figuran Mons. Luigi Negri, Obispo Emérito de Ferrara (Italia); Mons. Rafael Martinelli, Obispo de Frascati (Italia); el sacerdote exorcista César Truqui; y la psicóloga Anna Maria Giannini.

El P. Barrajón precisa luego que si bien el curso “está dirigido principalmente a sacerdotes que quieren tener una formación en este ámbito”, pueden participar “también laicos que tengan un serio interés científico o pastoral en el tema”.

“Para ellos se requiere una carta de su obispo”, explica.

Para saber más sobre el 13° Curso de Exorcismo y de Oración de Liberación del Instituto Sacerdos, puede entrar AQUÍ.

QUE EL SEÑOR SANTIFIQUE NUESTRA VOLUNTAD


Que el Señor santifique nuestra voluntad
Viernes cuarta semana de Cuaresma. Aceptar plenamente el camino, el designio de Dios sobre nuestra vida.


Por: P. Cipriano Sánchez | Fuente: Catholic.net 




Jn 7, 1-2; 10, 25-30

"Jesucristo -nos dice el Evangelio-, no es capturado porque todavía no había llegado su hora”. Es éste uno de los temas que más recurren en San Juan: la hora de Cristo como el momento de la redención, como el momento en el cual Él va a librarnos a todos de nuestros pecados. La hora de Cristo es una hora que no es suya, no está impuesta por Él, sino que es la hora que el Padre le ha impuesto, y mientras no llegue ese momento, Jesucristo va a vivir, por así decir, libre de sus enemigos; pero en el momento que esa hora llegue, Jesucristo va a ser entregado a sus enemigos.

Esto nos podría parecer una especie de determinismo o de falta de libertad, cuando realmente es un sumergirse en la orientación de nuestra libertad a la adhesión total a Dios. En el caso de Cristo, el hecho de tener que obedecer a Dios va a significar, en ese momento concreto, escaparse de sus enemigos: "Todavía no había llegado su hora". Sin embargo, sabremos que después, cuando llegue su hora, Jesucristo será entregado. Es lo que Jesús dice a los soldados que van a aprenderlo en el Huerto de los Olivos: "Ésta es vuestra hora y la del Príncipe de las Tinieblas".

Es una disposición interior que nosotros tenemos que llegar a tomar: la disposición interior de llegar a aceptar la hora de Dios sobre nuestra vida. Es decir, aceptar plenamente el camino, el designio de Dios sobre nuestra vida, lo cual requiere nuestra capacidad de purificar nuestra voluntad, nuestra capacidad de decir a nuestra voluntad que no es ella la que tiene que mandar, sino que es Dios nuestro Señor quien lo tiene que hacer.

Podríamos decir que es la vida la que nos va guiando, porque aunque nosotros podemos planear unas cosas u otras, a la hora de la hora, es la vida la que nos va diciendo por dónde tenemos que ir. Nosotros podríamos tener planes, pero cuántas veces esos planes se rompen, se quebrantan precisamente cuando nosotros pensaríamos que más falta nos hace que no se quebrantasen. Este aspecto de nuestra vida requiere que nosotros aprendamos a encontrar y aceptar, en nuestra voluntad, lo que Dios nos pide, y no como quien se resigna, sino como quien libremente se ofrece a Dios. La libertad y la voluntad son elementos que tienen que conectarnos con Dios.

El libro de la Sabiduría habla de "lo que los malvados dicen entre sí y discurren equivocadamente". Nos dice todos los planes que tienen contra el hombre justo, cómo están dispuestos a atacarlo, cómo están dispuestos a romperlo, cómo están dispuestos a matarlo: "Condenémoslo a muerte ignominiosa, porque dice que hay quien mire por él". Y termina diciendo: "Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega. No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de una vida intachable".

No nos dice nada de que al justo se le vaya a librar de todos esos planes de los malvados, simplemente nos dice que estos hombres no conocen lo que Dios espera oír de ellos.

Nos podríamos preguntar: ¿Y el justo que tiene que enfrentarse con esa injusticia de parte de los malvados? ¿Y el justo que tiene que sufrir todo lo que ellos dicen? Este aspecto llama a nuestra voluntad a hacerse una pregunta: ¿Realmente mi voluntad está puesta en Dios, independientemente del «entrecruzarse» de las libertades humanas, de los ambientes, de las situaciones que nos acaecen? ¿Nuestra libertad, cada vez que se da cuenta de que Dios llega a la vida, ha aprendido a abrirse de tal manera al Señor que, en todo momento, acepte y se abrace libremente a ese misterio que es la presencia de Dios en nuestras vidas?

Quizá ése es el punto más difícil de llegar a entender. Podemos entender el abrazarnos a determinadas situaciones positivas, incluso algunas negativas, pero es difícil cuando el alma siente la impotencia, cuando sentimos que el alma se nos rompe o que nuestra voluntad no termina de obedecernos, no termina de ubicarnos y orientarnos hacia donde tendríamos nosotros que ir.

Es precisamente este designio el que tendríamos que controlar, y para lograrlo es necesario ver en qué lugar nuestra voluntad no está plenamente orientada hacia Dios.

Sabemos que no es fácil orientar en todo momento la voluntad hacia Dios, porque basta que algo no salga como nosotros querríamos y de nuevo volvemos a ser retados, y de nuevo nuestra voluntad vuelve a ser puesta en cuestionamiento para ver qué vamos a hacer con ella.

El camino de purificación de nuestra voluntad y de nuestra libertad es la constante sumisión libre a Dios; el constante abrazarnos al modo concreto en el cual Dios se nos va presentando en nuestra vida."Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan".

En el fondo, la purificación de nuestra voluntad tiene este objetivo: esperar en Dios, aunque pueda parecer que alrededor están las cosas muy difíciles; aunque pueda parecer que todo alrededor es obscuridad, es dificultad. "Muchas tribulaciones para el justo, pero de todas ellas Dios lo libra".

Hay veces que nuestra inteligencia no ve más arriba, no sabe por dónde llevarnos y puede arrastrar a nuestra voluntad y alejarla de Dios. Nuestra voluntad, aun en medio de las dificultades, de las tribulaciones y de las pruebas, tiene que ser capaz de entender que solamente quien se abraza a Dios puede llegar a estar cerca de Él. "El Señor no está lejos de sus fieles". La fidelidad es obra de nuestra voluntad purificada, puesta totalmente en manos de Dios nuestro Señor.

Que en este camino de Cuaresma aprendamos a descubrir esta purificación de nuestra voluntad. Cada uno en su ambiente, en su lugar, con sus circunstancias. Una purificación de la voluntad que supone el constante exigirse y llamarse a sí mismo al orden, para ver si en todo momento estamos viviendo según la hora de Dios o estamos viviendo según nuestra hora; según la voluntad de Dios o según nuestra voluntad.

Dejemos que el Señor santifique nuestra voluntad, de tal manera que podamos adherirnos a Él, que podamos ponernos totalmente en Él en este camino de conversión que es la Cuaresma, que reclama no solamente una serie de obras de penitencia interior, sino que reclama, sobre todo, la reestructuración y la reeducación de nuestra vida hacia Dios.
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