domingo, 21 de mayo de 2017

PAPA FRANCISCO: APRENDAMOS EL ARTE DE AMAR Y ESCAPEMOS DE LAS GARRAS DEL DEMONIO


Papa Francisco: Aprendamos el arte de amar y escapemos de las garras del demonio
Por Álvaro de Juana
El Papa en el Regina Coeli. Foto: ACI Prensa





VATICANO, 21 May. 17 / 05:15 am (ACI).- En un nuevo Regina Coeli, el Papa Francisco invitó a amar al prójimo con la ayuda del Espíritu Santo y a vencer los egoísmos y las rivalidades, obra del demonio que con sus garras engaña.

“Todos los días se debe aprender el arte de amar, todos los días se debe seguir con paciencia la escuela de Cristo, con la ayuda de su Espíritu”, afirmó el Papa en la Plaza de San Pedro.

Ante miles de fieles, Francisco explicó que el Evangelio lleva a la Última Cena de Jesús con sus discípulos en la que promete “otro paráclito”. “Él, resucitado y glorificado, mora en el Padre y, al mismo tiempo, viene a nosotros en el Espíritu Santo”.

“El amor a Dios y al prójimo es el más grande mandamiento del Evangelio, El Señor hoy nos llama a corresponder generosamente a la llamada evangélica al amor, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida y dedicándonos al servicio de los hermanos, especialmente a los más necesitados de ayuda y consuelo”.

El Pontífice reconoció que “si hay una actitud que no es fácil, que se da por desconectado para una comunidad cristiana es la de saber amar, quererse bien en el ejemplo del Señor y con su gracia”.

Pero “a veces los contrastes, el orgullo, las envidias, las divisiones dejan marca también sobre el rostro hermoso de la Iglesia”.

“Una comunidad de cristianos debería vivir en la caridad de Cristo, y es allí donde el maligno ‘nos mete la garra’ y nosotros a veces nos dejamos engañar”.

El Papa explicó que normalmente estas son las personas “espiritualmente más débiles”. “Cuántos de ellos se han alejado porque no se han sentido acogidos, entendidos y amador. También para un cristiano saber amar no es nunca un dato adquirido de una vez para siempre” sino que “cada día se debe recomenzar, se debe ejercitar para que nuestro amor hacia los hermanos y hermanas que encontramos sea maduro y purificado de esos límites o pecados que lo hacen parcial, egoísta, estéril o infiel”. 

SI DIOS ME CONCEDIESE VER MI ALMA


Si Dios me concediese ver mi alma...
En toda su pobreza y en toda su riqueza, descubriría que está envuelta por un Amor inmenso, misericordioso, magnífico.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Si Dios me concediese ver mi alma tal cual es, quizá sentiría una pena profunda al descubrirla tan llena de egoísmo, de maldad, de pecados. Quizá me dominaría un sentimiento de terror ante tanta oscuridad, tanta miseria, tantas cobardías.

Pero si Dios me concediera ver mi alma plenamente, en toda su pobreza y en toda su riqueza, descubriría también que está envuelta por un Amor inmenso, misericordioso, magnífico. Vería con claridad que Dios me ama.

Me ama, porque me ha creado. Me ama, porque me ha redimido. Me ama, porque conoce que soy débil. Me ama, porque quiere sacarme del pecado. Me ama, porque me ha enseñado el camino del Reino. Me ama entrañablemente, con amor de Padre, y por eso me pide que también yo empiece a amar a mis hermanos.

Debe ser una gracia maravillosa: descubrir que Dios, Amor, está más dentro que lo íntimo de mi alma, y que está por encima de lo más alto de mis pensamientos. Lo decía san Agustín, y podemos experimentarlo cada uno si podemos ver, desde la luz del Espíritu Santo, nuestra propia alma.

Si Dios me concediese ver mi alma tal cual es, le pediría simplemente que me ayudase a fijarme más en su mirada que en mis miserias. Y que me concediese también la gracia de poder susurrar, los días que me queden de vida, a tantos corazones que están a mi lado que también ellos tienen en los cielos un Padre misericordioso que los busca, que los espera, que los ama.

Su mirada sostiene mis pasos. Su amor explica mi vida. Su verdad me enseña el camino. Su misericordia perdona mis pecados. Su justicia me pide acabar con el egoísmo. Su paciencia salva muchas almas y me pide un poco de paciencia y comprensión para ese familiar, ese amigo, esa persona que me ha hecho tanto daño...

Si Dios me concediese ver mi alma...

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 21 - GUADIX ERA SU HIJO


Día 21: Guadix: ¡era su Hijo!



En 1808 el ejército napoleónico entró en la pequeña localidad de Guadix. Alarcón relata algunos sucesos ocurridos en su pueblo. Éste entre otros:

"El general recibe noticias de boca del jefe de la expedición.

- ¿Cuántos prisioneros traéis? -Le pregunta-. ¡Necesitamos ahorcarlos para que escarmienten los demás pueblos del partido!

- Sólo traigo dos: un viejo y un muchacho ¡En toda la villa no encontré más enemigos!-responde el jefe bajando los ojos.

Entonces el general no puede menos de admirar la actitud verdaderamente antigua, clásica, espartana de aquellos montañeses. Pero con todo, insiste en que sean ahorcados los dos débiles prisioneros... Nuestros padres nos han referido muchas veces de aquella ejecución... Pero nosotros la contaremos rápidamente ... Son de índole demasiado feroz para que la pluma se detenga en su relato. Ataron una soga al cuello del niño, y lo arrojaron desde un mirador de la casa del ayuntamiento a la plaza mayor del pueblo. Rompióse la soga, que sin duda era vieja, y el niño cayó contra el empedrado. Anudaron la parte rota, tornaron a subir a la pobre criatura, colgáronlo de nuevo, y la soga se volvió a romper.

El niño quedó en el suelo sin poder moverse. No había muerto pero todas sus costillas se habían roto. Entonces un oficial de dragones, conmovido al mirar que se pensaba en colgarlo por tercera vez, llegóse al infeliz... y le deshizo la cabeza de un pistoletazo. Saciada de este modo, al menos por aquel día, la ferocidad de los vencedores, dignáronse perdonar al anciano enfermo, el cual había presenciado toda la anterior escena acurrucado al pie de una columna, esperando a que le llegase su vez de ser ahorcado.

Diéronle, pues libertad, y el pobre viejo salió de la plaza corriendo y tambaleándose, y tomó el camino de su pueblo, donde murió de tristeza aquella misma noche.

¡El niño asesinado... era su hijo!"

¡Pobre niño y pobre viejo! Quizá nos podamos haber acostumbrado al drama de la cruz ¡Pobre Jesucristo y pobre María!

Madre mía, que no me acostumbre a ver crucifijos; que no me acostumbre a vivir la Misa como si allí no ocurriese nada, como si nadie sufriese en ella. Ayúdame a ser generoso e ir a Misa con toda la frecuencia que me sea posible: ¡que necesite la Misa!

Continúa hablándole con tus palabras un rato.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 21 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 21



Como elemento de cohesión en su Iglesia, Dios ha puesto a María Santísima, para que ella borre todas las diferencias que nos separan y nos alejan; lo puramente humano puede fallar, y por consiguiente, no llegar a unirnos de modo total y definitivo.

La unión estable solamente la da Dios: el amor al Padre Dios y al amor a la Madre celestial, María.

Por eso la unión de los hombres sigue siendo una utopía, porque no se la quiere fundamentar en Dios, en la fidelidad al amor de Dios y al amor de María.

Trabajemos, para que esa unión deje de ser utopía y se convierta en realidad.

Madre, de ti vino la salvación del mundo. Acércanos a tu Hijo, que es nuestra salvación.


* P. Alfonso Milagro

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD



EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no le tendrán a él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.

Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé «otro Defensor» para que «esté siempre con ellos». Jesús lo llama «el Espíritu de la verdad». ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?

Este «Espíritu de la verdad» no ha de ser confundido con una doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que «vive con nosotros y está en nosotros». Es aliento, fuerza, luz, amor… que nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.

Este «Espíritu de la verdad» no nos convierte en «propietarios» de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a su verdad escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.

Este «Espíritu de la verdad» no nos hace tampoco «guardianes» de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y «amar a Jesús guardando sus preceptos».

Este «Espíritu de la verdad» está en el interior de cada uno de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos pueda apartar de Jesús. Nos invita a abrirnos con sencillez al misterio de un Dios Amigo de la vida. Quien busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: «Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Es cierto.

Este «Espíritu de la verdad» nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se la llama estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad…

¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras comunidades el «Espíritu de la verdad»?

¿Quién podrá salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada?

¿Quién anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 21 MAYO 2017


VI Domingo de Pascua – Ciclo A
Domingo 21 de Mayo de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17:

EN aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno; estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20

R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él.
Con su poder gobierna eternamente. R/.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3,1.15-18:

Queridos hermanos:
Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.

Palabra de Dios

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Lectura del santo Evangelio según san Juan 14,15-21:

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Palabra del Señor

FELIZ DOMINGO!!!




sábado, 20 de mayo de 2017

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 20 DE MAYO DEL 2017


Echar un vistazo al cielo
San Juan 15,18-21. V Sábado de Pascua


Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Me basta estar en tu presencia, Señor… Hay muchas cosas en mi cabeza, el ruido de mi día... No importa, sólo quiero estar en tu presencia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 15, 18-21
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si el mundo los odia, sepan que me han odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.
Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Las cosas hermosas de la vida nos invitan espontáneamente a mirar hacia arriba… a echar un vistazo al cielo. Una canción, un momento, un paisaje, un recuerdo, nos quitan muchas veces el aliento; nos dejan el pensamiento en blanco y nos hacen desear un "no sé qué" que quisiéramos obtener.
Por otra parte las cosas que no son tan hermosas nos roban un grito… nos siembran dudas y expresamos: ¡por qué pasa esto!
En las dos situaciones algo muy dentro de nosotros busca emprender el vuelo. ¿Qué sería una alegría si no hay alguien con quien compartirla? ¿Qué sentido tendría el dolor si no hubiera nadie que lo consolara, que lo sanara?
Qué sería la vida sin la esperanza de poseer aquel "no sé qué" que se desea… ¿Qué sería, Señor?
Gracias, Señor, por esta espontanea invitación de mirar al cielo. Por permitirme admirarme de la belleza de este mundo que me lleva a preguntarme: si esto es bello, ¿cuán bello serás Tú?
Gracias, también, por permitirme experimentar el dolor pues, de igual manera, me hace preguntarme: si el dolor es así de grande, ¿cuánto no será el consuelo que Tú quieres darme?
Finalmente, gracias por me has "separado del mundo", estoy aquí mas no soy de aquí. Estoy aquí mas soy de Ti…El "no sé qué" de mi vida sin duda… eres Tú.
"A la Virgen María, Puerta del Cielo, pidamos que nos ayude a aprovechar las ocasiones que el Señor nos ofrezca para pasar el umbral de la puerta de la fe y entrar así en un ancho camino: es el camino de la salvación capaz de acoger a todos aquellos que se dejan incluir por el amor. Es el amor que salva, el amor que ya en la tierra es fuente de bienaventuranza de cuantos, en la mansedumbre, en la paciencia y en la justicia, se olvidan de sí mismos y se entregan a los demás, especialmente a los más débiles."
(Ángelus de S.S. Francisco, 21 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En un momento de oración preguntarme: ¿qué es lo que más deseo en mi vida? Ver si en ese deseo está Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 20 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 20



Cuando el ángel se apareció a María, seguramente la encontró de rodillas, meditando la palabra de Dios proclamada por los profetas.
Adoptó esa actitud humilde que fue la que le mereció las complacencias del Altísimo; y, una vez que conoció el contenido del mensaje angélico, no se enorgulleció, antes bien ahondó más y más en sus sentimientos de humildad y se llamó a sí misma “la esclava, la servidora del Señor”.

Empequeñecerse a los ojos de Dios es la mejor forma de ganar su voluntad y de conseguir sus bendiciones.

Madre digna de ser admirada por las maravillas que Dios realizó en ti, queremos imitar tu admirable correspondencia a la gracia del Espíritu.


* P. Alfonso Milagro

ESCALERA DE CUATRO PELDAÑOS


Escalera de cuatro peldaños




Para mejorar la lectura diaria de la Biblia con una breve meditación, se han señalado cuatro pasos de una mística escalera que, apoyada en la tierra, penetra hasta el mismo cielo. Este método de los monjes, llamado “lectio”, tiene cuatro momentos: lectura, meditación, oración y contemplación.

1. Lectura: lee el fragmento elegido, que podría ser el evangelio del día, con calma varias veces, e intenta responder a esta pregunta: ¿Qué dice este texto? Fíjate las personas que intervienen, sus sentimientos, el lugar y el tiempo del suceso, etc. Subraya algunas palabras que están cargadas de significado en la Biblia.

2. Meditación: te preguntas: ¿Qué me dice Dios hoy en este texto? ¿A qué cambios me invita, qué desafíos me sugiere? Puedes tomar alguna frase que te impresionó y repetirla como “rumiando” su denso contenido.

3. Oración: ¿Qué le digo yo a Dios? Quizá debo agradecerle mucho, o bien pedirle perdón, o elevarle alguna súplica. Apóyate en las mismas palabras del texto para elaborar con sencillez tu propia oración.

4. Contemplación: Es un regalo de la gracia de Dios que se manifiesta como una alegría, una decisión, una nueva mirada sobre la vida y el mundo, una esperanza y amor nuevos, quizá el don de lágrimas…

En síntesis, pregúntate: ¿Qué me dice el texto?, ¿Qué me dice Dios en este texto? y ¿Qué le digo yo a Dios? Y así  tu lectura es oración, basada en las mismas palabras de Dios. Con el tiempo asociarás otras frases ya meditadas que complementarán el texto del día. Esto representará una gran alegría y fuerza para tu relación con Dios. Es cuestión de comenzar. Anímate.


* Enviado por el P. Natalio

PERSECUCIÓN


Persecución
Nuestra verdad es la verdad del amor y el amor no se impone por la violencia ni el fanatismo


Por: Pedro Luis Llera Vázquez | Fuente: Catholic.net 




Cuando hablamos de “persecución” y de “martirio”, se nos vienen a la cabeza escenas de fieras en el circo romano devorando a los cristianos ante un emperador despótico y unas masas enardecidas y sedientas de sangre. Olvidamos a menudo que las persecuciones más sangrientas contra la Iglesia tuvieron lugar el siglo pasado a manos de dictadores como Stalin, Mao o Hitler; o en la II República española antes y durante la Guerra Civil. El 13 de octubre de 2013, en Tarragona, hemos celebrado la fiesta de beatificación de 480 mártires españoles de la Guerra Civil.

Pero si el Siglo XX fue un siglo de mártires entre los cristianos, el XXI va camino de superar todas las marcas. El domingo 22 de septiembre fue uno de esos días teñidos de rojo por la sangre de nuestros mártires. En un centro comercial de Nairobi – el Westgate – el grupo terrorista Al Shabab asesinó a más de sesenta personas por el mero hecho de no ser musulmanes. Para los integristas islámicos de la órbita de Al Qaeda, los cristianos somos sus enemigos a batir.

Y ese mismo domingo, en Peshawar – Pakistán – dos terroristas suicidas asesinaron a más de ochenta fieles a la salida de misa en la Parroquia de Todos los Santos: una masacre. El único delito de las víctimas fue ir a misa a cumplir con el precepto dominical. Su crimen era ser cristianos en un país de mayoría musulmana.

La persecución a los cristianos en el siglo XXI está resultando cruel, terrorífica. En países como Arabia Saudí no se pueden construir iglesias ni anunciar el Evangelio. La conversión al cristianismo para un musulmán está penada con la muerte. Afganistán, Yemen, Pakistán, Egipto, Siria, Irán, Irak… Pero no son sólo los países de mayoría musulmana quienes asesinan, secuestran o torturan a los cristianos. Otro tanto ocurre en países comunistas como Corea del Norte o China, donde la Iglesia Católica está perseguida y vive en la clandestinidad, como en la época de las catacumbas. Y ante todo esto, la llamada “Comunidad Internacional” mira hacia otro lado y calla: no sé si por cobardía, por intereses económicos o por ambas causas.

Ser cristiano es arriesgado. No se puede seguir a Cristo sin cargar con la cruz y asumir las persecuciones y humillaciones que este seguimiento inevitablemente te va a acarrear. No hay fe auténtica sin persecución. Esto ha sido así siempre y lo seguirá siendo hasta el final de los tiempos. En muchas partes del mundo ir a misa significa jugarse la vida. Y aquí, en Europa hay quienes siguen opinando que la misa es aburrida...

En esta España mundanizada y pagana en la que nos ha tocado vivir, los católicos también estamos sufriendo ciertos modos de persecución. Tenemos un doble frente. Por un lado tenemos a los laicistas anticlericales de toda la vida: socialistas, comunistas, anarquistas y liberales. Todos ellos odian a la Iglesia – con mayor o menor virulencia – y propugnan y difunden un relativismo moral que se extiende como una mancha de aceite por toda España. Para todos estos, la fe representa oscurantismo y caverna. La única verdad para ellos es la verdad científica: no hay más realidad que la material, que lo que podemos ver y tocar. La Iglesia es el enemigo a batir, porque anuncia a un Dios, una Verdad, una vida sobrenatural y unos principios morales que para los enemigos de Cristo resultan inaceptables. Este frente laicista, materialista y ateo tiene sus expresiones más radicales en el homosexualismo político y sus marchas del orgullo gay, convertidas en verdaderos aquelarres, violentamente anticatólicos; y, peor aún, en esos grupos anarquistas que últimamente están perdiendo el miedo y ya se atreven a atentar en la Catedral de la Almudena de Madrid o, más recientemente, contra la Basílica del Pilar de Zaragoza. La ideología de género, la defensa del aborto como derecho de la mujer y de la eutanasia para asesinar impunemente a enfermos y ancianos; el apoyo a la investigación con embriones humanos y a las prácticas eugenésicas, son común denominador de todas estas ideologías que representan lo que se ha venido en llamar “cultura de la muerte”. Aquí todavía no nos matan a los católicos (se burlan de nosotros, blasfeman y nos humillan), pero todo se andará y cualquier día las bombas en iglesias acabarán por provocar víctimas inocentes.

El otro frente es más sutil, pero no menos destructivo para los católicos: es la quinta columna infiltrada dentro de la propia Iglesia. Que te persigan los comunistas o los anarquista entra dentro de lo “normal”. Pero que la persecución se dé dentro de la propia Iglesia, resulta infinitamente más doloroso. Se trata de una serie de católicos que pretenden convertir la fe en ideología al servicio de sus propios intereses. Entre ellos, distinguimos dos bandos:

Por un lado, tenemos los católicos “progresistas”, abanderados por la llamada teología de la liberación, que con una utilización demagógica y torticera de la irrenunciable opción preferencial por los pobres, asume los medios y las estrategias de la izquierda radical para apoyar opciones revolucionarias. Son los que utilizan el Concilio Vaticano II para pedir una “democratización” de la Iglesia, para atacar sistemáticamente a la Jerarquía, a los dogmas, a la doctrina y al catecismo católico para trasformar las estructuras sociales desde postulados inmanentistas. Para ellos, el Reino de Dios y el paraíso comunista son básicamente lo mismo. Son estos quienes adulteran la liturgia, quienes plantean el sacerdocio femenino, quienes apoyan el matrimonio homosexual desde dentro de la Iglesia y un largo etcétera de heterodoxias. No les gusta la Iglesia ni aceptan sus principios, pero no se van de ella. Los nuevos herejes buscan destruir la Iglesia desde sus entrañas. Si realmente creyeran en el sacerdocio femenino, en la supresión del celibato para los sacerdotes y en esa Iglesia democratizada, lo tendrían fácil: con irse a la Iglesia anglicana o a la luterana lo tendrían resuelto y todas sus aspiraciones cumplidas: sacerdotisas, obispos y obispas gays y lesbianas... Todo lo que ellos quieren para la Iglesia Católica y más. Pero estos no se van ni con agua hirviendo y siguen erre que erre dando la tabarra.

Pero hay un segundo frente de enemigos quintacolumnistas que es todavía más peligroso. Este segundo grupo es más sutil. Muchos de sus integrantes son de misa diaria: gente conservadora, personas de orden de toda la vida. Yo los denominaría católicos “liberales”. A ellos les gusta denominarse “demócratas cristianos”, aunque al fin y a la postre, ni lo uno ni lo otro. Muchos de ellos son nostálgicos de la transición, donde se sintieron protagonista del cambio político en España. Son muy tolerantes y abiertos a todas las sensibilidades, siempre y cuando esa sensibilidad coincida con la suya. En realidad, son “posibilistas” que tratan de conciliar lo irreconciliable y pretenden casar su condición de católicos con la militancia en partidos que defienden políticas abiertamente contrarias al magisterio de la Iglesia. Son los católicos que miran hacia otro lado y callan como muertos cuando el ministro de justicia aplaude con las orejas la sentencia del Constitucional que ratifica la legalidad del matrimonio homosexual; o quienes callan ante el reiterado retraso de la anunciada reforma de la ley del aborto (que ya verán ustedes en qué va a quedar), mientras miles de niños inocentes mueren cada día en las clínicas del horror. Estos católicos anteponen los cargos, los sueldos y los privilegios que les reporta su militancia política o su cercanía al poder, a sus obligaciones como miembros de su Iglesia. Para estos católicos light (o tibios como los llama el Apocalipsis), quienes permanecen firmes en la defensa de la Doctrina Social de la Iglesia y de los principios no negociables son unos integristas fanáticos. No soportan la virtud y la autenticidad de los católicos coherentes, porque esa integridad pone de manifiesto y denuncia su hipocresía y su fariseísmo. Sus acciones contradicen sus palabras: por sus hechos los conoceréis. Les gusta ocupar los primeros puestos y se codean con obispos y cardenales. Presumen de su condición de católicos; pero en realidad, son sepulcros blanqueados que no ocultan sino podredumbre y muerte.

Si defender lo mismo que el Papa y los obispos, te convierte en un integrista, yo lo soy sin duda. Si no casarse con los intereses de este mundo te convierte en un fanático, bendito fanatismo. Si mantenerse aferrado a la sana doctrina de la Iglesia te convierte en un intolerante, pues también me apunto a esa intolerancia. Nosotros no podemos ser intransigentes ni fanáticos. Lo deja claro el Papa Francisco en su Encíclica Lumen Fidei: nuestra verdad es la verdad del amor y el amor no se impone por la violencia ni el fanatismo. La Verdad que proclamamos es Cristo y Éste, crucificado.

Conozco de primera mano alguna institución católica dirigida por este tipo de católicos, tan tolerantes y liberales ellos, que han puesto en marcha verdaderas purgas contra directores de colegio, rectores de universidad y profesores verdaderamente santos y competentes por ser católicos “integristas” – yo diría que íntegros – de esos que creen en Dios y no negocian con su fe ni con los principios ni con su adhesión a la doctrina de la Iglesia. La tolerancia de estos católicos “liberales” se torna en persecución contra todos aquellos que se niegan a claudicar ante los valores de este mundo. ¿Es posible que pasen estas cosas? Puede parecer increíble, incluso kafkiano; pero sí. Esto pasa en España en 2013. Y lo peor del caso es que nadie mueve un dedo ante lo que está pasando. Todos parecen mirar hacia otro lado, mientras los lobos disfrazados de corderos devoran a las ovejas. Esto también es persecución: una persecución silenciosa e incruenta, pero que está provocando mucho sufrimiento y dolor en muchas personas buenas y santas. Yo podría dar el nombre de unos cuantos.

¿Y qué podemos hacer ante tanta persecución y tanta injusticia? Paciencia, perdón y amor hacia nuestros enemigos; rezar por quienes nos ofenden y nos humillan y seguir el ejemplo de los santos. No queda otra. El mal acabará devorándose a sí mismo. Y el triunfo final es del Señor: ante su presencia, todos tendremos que rendir cuentas. Hasta entonces, el trigo y la cizaña seguirán creciendo juntos y el Señor continuará haciendo salir el sol sobre justos e impíos. Pero al Señor no se le puede engañar porque para Él nada hay oculto.

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 20 - QUE FÁCIL ES CONVENCER A MARÍA


Día 20: Qué fácil es convencer a María



En septiembre de 1980, la madre Teresa de Calcuta fue a visitar el Hogar Infantil de Calcula. Un niño se estaba muriendo y una de las Hermanas se lo dijo a la madre Teresa, la cual tomó al niño en sus brazos y se puso a rezar un Padrenuestro y un Avemaría. El capellán bendijo al niño y la madre Teresa se lo devolvió a la Hermana. Aquella misma tarde el niño comenzó a mejorar y al día siguiente estaba fuera de peligro. El poder de la oración había obrado el prodigio.

Santa María, ¡lo que eres capaz de hacer por nosotros, sólo por un Avemaría! Por rezar un Avemaría, ¡cuánto puedo conseguir!

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

BUENOS DÍAS!!!





viernes, 19 de mayo de 2017

LA HORMIGA Y LA PALOMA


La hormiga y la paloma




Ser agradecidos es propio de corazones nobles. No es lo común. Cuando Jesús curó a diez leprosos, sólo uno regresó a dar las gracias. El reconocimiento de los favores recibidos hace quedar bien consigo mismo por haber hecho lo justo y correcto. Desde luego, el que beneficia debe hacerlo por pura bondad. Pero le es grato verse agradecido.

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse. Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente. Montó encima la hormiga salvándose. Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Lo vio la hormiga y lo picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo. (Esopo)

Ser agradecido es una virtud humana muy digna. Dar las gracias por un favor es una forma concreta de reconocer que lo que han hecho por nosotros, nos agrada y beneficia. Poco de lo que somos o poseemos lo hemos logrado por mérito propio. Generalmente, se lo debemos a alguien. Aprovecha hoy toda ocasión de decir sencillamente, “Muchas gracias”.


* Enviado por el P. Natalio

UN CORAZÓN SEMEJANTE AL TUYO... DON DE AMOR Y MISERICORDIA


Un corazón semejante al Tuyo… don de Amor y Misericordia
¡Jesús, Señor mío, dame un corazón semejante al Tuyo!


El Sagrado Corazón de nuestro Señor es un corazón traspasado. Nosotros solemos pedirle que nos dé un corazón semejante al Suyo. ¿Qué implica esta petición? ¿Sabemos lo que estamos pidiendo?


Por: Leopoldo Sayegh LC | Fuente: http://lcblog.catholic.net 




El Sagrado Corazón de nuestro Señor es un corazón traspasado. Nosotros solemos pedirle que nos dé un corazón semejante al Suyo. ¿Qué implica esta petición? ¿Sabemos lo que estamos pidiendo?

Hay una conocida analogía entre tener un corazón de piedra y tener un corazón de carne. Un corazón de piedra es un corazón que no siente, un corazón duro y frío, un corazón indiferente… ¡No hay nada más lejano al Corazón del Señor! Un corazón de carne quiere decir un corazón vivo, un corazón que late y siente, un corazón que quiere y por eso puede llegar a amar. Sobre todo esto último. Pero el Corazón de Jesús no es solamente un corazón de carne. En ese sentido la imagen se queda corta. No es que sea poca cosa, pero basta tener algo de compasión y comprensión, de piedad y empatía para tener un corazón de carne.

El Sagrado Corazón va más allá. Entonces, ¿qué es lo que pedimos? Pedimos un corazón traspasado. El simple hecho de decirlo impone respeto y reverencia. Estar traspasado es estar herido con una herida muy profunda. Tan profunda que pasa de lado a lado. Una herida así le hace sumamente vulnerable pues está abierta por dentro y por fuera. El corazón de piedra es frío e insensible, el corazón de carne siente y quiere, el corazón herido se compadece con misericordia y ama. Al contemplar este corazón descubrimos:

1. Un corazón abierto. La herida del corazón traspasado es una herida que no cicatriza. Es una llaga abierta como una puerta incluso después de su Resurrección. Dejar una puerta abierta es invitar a entrar. El Sagrado Corazón está siempre abierto porque quiere dejar entrar. ¿Dejar entrar a quién? Dejar entrar al amado. Dejarle pasar tal y como es. Sin ninguna condición. Sin ninguna restricción. El misterio de su herida es estar abierta y no poder cerrarse. Si pudiera cerrarse, el amado podría temer encontrarla cerrada en alguna ocasión. Pero no cierra, porque de ella mana incesantemente sangre y agua. Agua que purifica y sana. Sangre que fecunda y da vida. ¡Manantial perenne de Misericordia! La Misericordia es la primera clave de lectura para entender este corazón.

2. Un corazón sensible. Se trata de un corazón que llora al ver al prójimo llorar, se duele ante el dolor del otro y goza con su alegría. Es un corazón compasivo. Es un corazón que lograr penetrar lo más profundo de los sentimientos y los afectos del otro. Sólo ama el que conoce. Por eso su corazón sensible. El Sagrado Corazón quiere conocer a fondo nuestros corazones. De ahí que se alegre y sufra con nosotros. Su deseo es penetrar lo más íntimo de nuestra intimidad y desde allí amarnos dándose a nosotros. ¡Fuente inagotable de Amor! He aquí la segunda clave para entender el Sagrado Corazón: el Corazón de Cristo es un corazón amante.



Amor y Misericordia. En el fondo se trata de lo mismo. Amor misericordioso que es Misericordia amorosa. Si un corazón de carne puede amar, un corazón traspasado no puede no amar. ¡Amor desde la Misericordia! La Misericordia que nace de la herida abierta hace tan sensible al Sagrado Corazón que le lleva a no dejar de amar. Es el profundo don de un corazón traspasado.

¿Pedir un corazón semejante al Suyo? Difícil petición. No puede pedirse sino con el corazón en la mano… así como el Suyo. Corazón que se ofrece por misericordia en el amor para amar más. Corazón que no teme la lanza, sino que la invita a acercarse.

LOS INTERESES DE CRISTO


Los intereses de Cristo
Podemos resumir los intereses de nuestro Señor Jesucristo en dos: el celo por Su Padre celestial y el amor por las almas.


Por: Padre Sergio Larumbe | Fuente: Catholic.net 




Cristo se encarnó por mí

Jesús nos pertenece. Él mismo se encarnó y nació por nosotros y se dignó ponerse a nuestra disposición: Él mismo dijo Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mt. 9,13). Y nos ama con un amor que no hay lengua que pueda expresar. Cristo vino a dar la vida por nosotros: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20, 28). Nada nos ha negado Jesús. Ahora debemos preguntarnos ¿qué hemos hecho por quien tanto trabajó en nuestro provecho? Amor con amor se paga.

Podemos resumir los intereses de nuestro Señor Jesucristo en dos: el celo por Su Padre celestial y el amor por las almas.

El Celo por el Padre

El celo por el Padre: Tenemos el claro ejemplo de la expulsión de los mercaderes del templo: Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado». Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará (Jn. 2,15-17). Además Cristo siempre hablaba del Padre. Era su tema central.

Amor por las almas 

Tenía un gran interés y deseo por llevarlas al Padre y como fruto de su pasión tenía un deseo de que no ofendan a Dios con sus faltas. De hecho no hay amor más grande que el dar la vida por los amigos, como se dice en el evangelio de San Juan: Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos (Jn 15,13) y Cristo la dio cuando todavía nosotros éramos enemigos suyos: Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! (Rm. 5,10).

Su gran Interés

Por eso que su gran interés es que evitemos todo pecado para así llevarnos al Padre: Este es otro de los grandes intereses de Jesús. Todo pecado que evitemos, aunque sólo sea venial, es una grande obra para los intereses de Jesús. Nos convenceremos de ello recordando que si con una leve mentira pudiésemos cerrar para siempre el infierno, salvando todas las almas que hay en él, acabar con el purgatorio y hacer que todo el humano linaje se igualase en santidad a San Pedro y San Pablo, todavía no nos sería lícito cometer bajo ningún concepto esa ligera falta; pues más perdería la gloria de Dios con dicha culpa liviana, que cuanto pudiese ganar en la justificación y salvación de todo el universo mundo. ¡Que obra, pues, tan grande no será para los intereses de Jesús impedir un solo pecado mortal! Y cuán fácil cosa es evitarle! Si cada noche, antes de acostarnos, suplicásemos a nuestra dulcísima Señora tuviese la dignación de ofrecer a Dios la Preciosísima Sangre de su hijo para estorbar en cualquier parte del mundo, durante la noche, un solo pecado mortal, y renovásemos luego por la mañana la misma súplica por todas las horas del día, seguramente una ofrenda hecha por semejantes manos, obtendría la gracia deseada. Cada uno podría probablemente evitar así todos los años setecientos treinta pecados mortales; y si mil de nosotros hiciésemos iguales ofrecimientos, y perseverásemos en ellos por veinte años, lo cual sería fácil y nos colmaría al propio tiempo de inefables méritos, ascendería la suma de culpas graves que impidiésemos a más de catorce millones. Si suponemos ahora que todos los miembros de la Confraternidad practicásemos lo mismo, tendríamos entonces que multiplicar la suma anterior por cuarenta; y La omisión de quinientos sesenta millones de pecados mortales sería la ofrenda anual de nuestra Confraternidad a la Pasión de Nuestro Señor. En igual proporción prosperarían los intereses de Jesús, y cuán dichosos, inmensamente dichosos, no seríamos entonces nosotros. Aumentamos igualmente el fruto de la Pasión de nuestro Redentor adorable cada vez que conseguimos, llegue uno al Tribunal de la Penitencia a confesar sus culpas, aunque no sean sino veniales: aumentamos ese mismo fruto bendito con todo acto de contrición que hagan los hombres por mediación nuestra, y con cada plegaria que dirijamos a Dios para alcanzarles la gracia de obtenerla: nos da idéntico resultado toda ligera mortificación o penitencia que inspiremos a los demás. Y todo esfuerzo de nuestra parte para fomentar la Comunión frecuente entre nuestros hermanos: y cuando inducimos al pueblo a tomar parte en la devoción a la Pasión de Nuestro Señor, a leer o meditar sobre ella, ¿qué otra cosa estamos haciendo sino acrecentar los intereses de Jesús? Cierta persona aseguraba, y si la memoria no me es infiel, era Alberto Magno, que una sola lágrima derramada sobre los sufrimientos de Nuestro Señor tenía más mérito delante de los divinos ojos que un año entero de ayunos a pan y agua. ¡Cuál no será, pues, el valor de hacer que los demás giman con nosotros por la Pasión de Jesús, y cuánto mayor el lograr de ellos que reciten una corta oración! ¡Oh dulce Jesús mío! ¡Y cómo es que somos tan fríos y duros! ¡Enciende, pues, en nosotros el sagrado fuego que viniste a encender sobre la tierra!

Cristo me amó y se entregó por mí

No debemos dudar nunca que somos objeto del amor de Dios, somos uno de sus mayores intereses ¿No vino al mundo acaso por nosotros? ¿Cuáles son mis dudas sobre el amor de Dios hacia mi persona? ¿Qué no hizo Cristo por salvarme, y qué no seguirá haciendo? No puedo dudar de su amor, no puedo hacerme merecedor de aquel reproche hecho a san Pedro cuando después de caminar por las aguas se empezó a hundir por desconfiado: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mt. 14,31).

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 19 DE MAYO


Los cinco minutos de María
Mayo 19



El pensamiento de Dios es creador, san Juan nos afirma que todas las cosas han sido hechas por el Verbo de Dios.

Cuando  Dios pensó en María, pensó en ella como Madre del Dios-Redentor y la predestinó para tan sublime misión, de suerte que María no podía existir sino tal como fue pensada por Dios: como Madre del Dios-Redentor.

Indudablemente Dios también pensó en nosotros y nos destinó a cumplir una misión en la vida; no podemos frustrar los planes de Dios. Seamos lo que Él quiere que seamos; si no, no seremos nada.
Madre digna de ser amada, Dios te hizo buena para Él y para nosotros.


* P. Alfonso Milagro
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