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miércoles, 1 de noviembre de 2017

PODER DEL BUEN EJEMPLO


Poder del buen ejemplo



Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad y generosidad.

En una ciudad alemana bombardeada en la última Guerra Mundial, encontraron, entre las ruinas, un Cristo a quien le faltaban las manos y las piernas. Aquellos habitantes decidieron conservar así, sin manos y sin pies, a aquel Cristo, como recuerdo de la barbarie de la guerra, y de que somos nosotros los llamados a ser las manos y los pies de Cristo. Una excelente manera de describir nuestra misión de testigos: ser las manos y los pies de Cristo para llevar su mensaje de justicia, de fraternidad, de esperanza, de amor a cuantos nos rodean.

Tanto los buenos como los malos ejemplos moldean el ambiente en que vivimos. Ojalá que triunfen los que favorecen lo bueno, digno, noble. Porque si prevalece el egoísmo salvaje, llegaremos a una pérdida tal de los valores humanos que la vida será muy triste, que faltará lo más hermoso: el respeto, la comprensión, el amor. Amigo/a, aporta hoy tu granito de arena.



Padre Natalio

MI AMIGO SECRETO


Mi amigo secreto



La historia de un niño enfermo terminal de cáncer y la demostración de amor de su madre.

Cuando Andrés Bremer, de ocho años, ingresó en un hospital de Chicago para someterse a un tratamiento contra el cáncer, recibió un alud de tarjetas de sus amigos de la escuela, vecinos y primos, que le deseaban pronta recuperación. Pero una vez que salió del sanatorio, nadie volvió a escribirle.

Día tras día, el pequeño revisaba el buzón en busca de cartas que estuvieran dirigidas a él, pero no encontraba nada. Decía su madre.
Era muy duro para ella ver cómo su hijo se sentía cada día más abandonado por sus amigos.

“Muchas cosas en la vida de Andrés escapaban de mi control –las radiaciones, la quimioterapia, su recuperación-“, cuenta su madre, Sara. “Pero sí estaba en mis manos, el que mi hijo recibiera correspondencia, así que empecé a escribirle y a firmar como si fuera un amigo secreto”.

Al niño le encantó recibir esas misteriosas misivas de apoyo. Una tarde se sentó a la mesa del comedor y se puso a dibujar con sus lápices de colores. Solía obsequiar a su madre sus pequeñas obras de arte, pero esa vez hizo una excepción:
-Este dibujo no es para ti-le dijo, a la vez que enrollaba la hoja de papel para luego dejarla sobre la mesa-. Es para mi amigo secreto.

Esa noche, cuando Andy ya se había acostado, Linda desenrolló el dibujo. En una esquina de la hoja el artista había dejado un mensaje: “Posdata: te quiero, mamá”

Así comenzó entre Andy y su “anónimo” amigo un intercambio de correspondencia que duró hasta la muerte del niño, en 1984. Madre e hijo nunca hablaron acerca de su juego.

Tiempo después, en cierta ocasión en que estaba poniendo orden en el armario de Andy, Linda encontró una agenda con los nombres de varios amigos que su hijo había hecho en un campamento de verano para niños con cáncer. Decidió entonces enviarle un mensaje a cada uno de ellos. Las respuestas no se hicieron esperar:

“Gracias”, respondió un pequeño. “No creí que alguien supiera que existo”.

Han pasado diez años y la señora Bremer sigue escribiendo a niños con cáncer y otras enfermedades. Su asociación de voluntarios, Love Letters, Inc. Envía hasta 7000 tarjetas y paquetes cada mes, con un modesto presupuesto que depende de donativos. La agrupación envía, además, cerca de 1100 juguetes y dulces en Navidad, y otro tanto en julio.

“Nuestra misión es seguir enviando tarjetas y paquetes”, explica Linda. “Nunca dejaré a estos niños esperando frente al buzón”.



Autor: Kevin Lumsdon, del Hospitals & Health Networks

lunes, 30 de octubre de 2017

NOVICIO IMPACIENTE


Novicio impaciente



La oración es la llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente siempre accesible por el que llegamos a Dios. El arte de orar es el arte de amar al Señor. Pero orar bien es un regalo del Señor. Como los apóstoles implorémoslo con frecuencia. Pidamos al Padre, por Jesús, que derrame sobre nosotros un Espíritu de oración y de alabanza (Zac. 12, 10).

Después de una sesión matinal de oraciones en el monasterio, el novicio preguntó al abad: —¿Estas oraciones hacen que Dios se acerque a nosotros? —Te voy a responder con otra pregunta –dijo el abad. —¿Estas oraciones harán que el sol salga mañana? —¡Claro que no! ¡El sol sale porque obedece a una ley universal! —Entonces, ahí ésta la respuesta. Dios está cerca de nosotros, no por las oraciones que recemos. El novicio se enojó: —¿Entonces estas oraciones son inútiles? —Absolutamente. Si tú no te despiertas temprano no podrás ver la salida del sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, no conseguirás notar su presencia.

Para robustecer tu fe en el Señor que te ama y te acompaña, lee con atención la Biblia. Al inicio del capítulo 43 de Isaías encontramos esta perla deslumbrante: “Tú eres de gran precio ante mis ojos, porque eres valioso, y yo te amo. No temas, yo estoy siempre contigo”. Medítalo, y agradece al Señor su ternura por ti.




Enviado por el P. Natalio

NO ESTÁS SOLO


No estás solo



Tú no estás solo, jamás lo has estado y nunca lo estarás. Dios está contigo en cada segundo de tu vida, más cerca que tus propios pensamientos. Sólo es tu idea la que te hace creer que Dios te puede abandonar, pero esto es imposible.

Te voy a explicar: Dios está en el aire que estás respirando y te da la vida. Si te pones la mano en el corazón, sentirás que ese latido de vida es Dios en tu corazón.

El sol que nos viene alumbrar cada mañana es una bendición de Dios para ti, para que vivas y seas feliz.

¡Tú no tienes por qué estar triste nunca! El estado natural del hombre es la alegría, lo que pasa es que vivimos quejándonos por todo lo malo, en vez de dar gracias por todo lo que tenemos y esto nos pone tristes.

Comienza ya a dar gracias por el aire que respiras, por cada objeto de vestir o de adorno que llevas en el cuerpo, por la cama que tienes, por cada pedacito de comida que te llevas a la boca, por cada canción que te sabes. Cada vez que pienses en quejarte, busca algo por lo cual dar gracias a Dios.

Acostúmbrate a decir por todo "Gracias Padre". Tú vas a ver como tu mundo va a cambiar.

Comienza a sonreírle a todo, y no importa lo que te diga la gente, es mejor sonreír que estar mal encarado. Sonríele al guardia, al médico, al abogado, al barrendero, al maestro, al cajero, a los que cocinan, al chofer, a la enfermera. Sonríele al mundo y verás que el mundo te sonreirá también.

El rencor y el odio son la madre de la infelicidad. Comienza a perdonar ya a todo el mundo, no importa lo que te hayan hecho o dicho, eso es problema del que condena; el tuyo es el de perdonarlos. Diles: te doy mi amor y mi perdón.

Si hablan mal de ti, te critican o te condenan, eso no importa, de los más grandes seres se han dicho las peores cosas. Piensa: si eso lo dicen, ¿dónde está lo que hacen? Yo soy un ser que hago y solo me entiendo con los que hacen y no con los que dicen. Si has perdido algo o te han robado, eso tampoco importa. Acuérdate que lo verdaderamente valioso y eterno en ti nadie te lo puede quitar, es tu Ser y tu derecho soberano de sentir y pensar.

"Lo maravilloso de cuando se pierde es que solamente nos queda Dios". Acostúmbrate a bendecir en vez de maldecir o decir malas palabras y verás que las cosas se transforman. Di constantemente a todas las cosas y a todas las personas, no importa lo que sean, hagan o digan: "Dios te bendice".

Cada vez que no sepas qué hacer y estés desesperado y no te acuerdes de nada, repite simplemente el nombre de Dios tantas veces te sea necesario y verás milagros.

miércoles, 25 de octubre de 2017

FE


FE


¿Tienes fe para repartir, es decir, tienes tanta abundancia que te sobra, y, por consiguiente, puedes dar a otros esa fe, esa visión de la vida, ese amor a Dios que tú tienes? ¿O es una fe que apenas te alcanza?

Como cuando uno va a comprar en el mercado, y se le antoja llevarse muchas cosas; pero, a la hora de sacar la cartera, se da cuenta de que no le alcanza, y empieza a dejar un objeto aquí, y luego otro, y luego otro, y se lleva solamente unas cuantas cosas porque no le alcanza el dinero.

¿Eres tú de ésos? ¿De los que son católicos a ratos? Quizás el domingo un momento. Quizás en algún evento especial de la vida. Pero luego hay horas, días y meses en que parece que ya no crees. Parece que no tienes un fuerte sostén espiritual. Parece que andas sin brújula en la vida.

Se necesita hoy gente que esté llena, llena de esa fe, llena de ese amor, llena de esperanza para repartir; porque hay más pobres, más mendigos del espíritu que mendigos de un pedazo de pan. Hay mucha hambre de fe, mucha hambre de Dios, y se requiere gente que la tenga en abundancia para repartirla.


Mariano De Blas

ACEPTA TUS LÍMITES


Acepta tus límites



Por un sabio plan divino las personas somos distintas, con diversas capacidades, y diferentes inclinaciones y gustos. Es una realidad y tienes que aceptarla buenamente, sin dejarte alcanzar ni por la envidia del bien ajeno, ni por el orgullo de lo que te ha tocado. Acepta con madurez tus capacidades y carencias.

Peter Ustinov,  famoso actor y dramaturgo, fue invitado a la Distribución de Premios de un colegio inglés. Al final del acto se refirió con modestia a su preparación académica, diciendo entre otras cosas: “Yo no poseo ningún título ni preparación y creo que el mundo tiene una gran necesidad de la gente no cualificada. Me siento inclinado hacia los dos que no han aprobado los exámenes, corno me siento atraído hacia cualquier “minoría”. Si yo hubiera sido alumno de este colegio, casi seguro que hubieran sido tres los suspendidos. Todos aquellos que no han alcanzado las cumbres de la sociedad, siguen siendo muy valiosos en este mundo”.

“Oh humildad, flor hermosa, veo que son pocas las almas que te poseen. ¿Será porque eres tan bella y a la vez tan difícil de conquistar? Oh sí, una y otra cosa. Dios mismo se complace en ella. Sobre un alma humilde están entreabiertas las puertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella. Santa Faustina Kowalska (Diario, nº 1306).


* Enviado por el P. Natalio

martes, 24 de octubre de 2017

UNA RARA FLOR EN EL PRECIPICIO


Una rara flor en el precipicio



Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles.

Unos  científicos exploraban un rincón desconocido de los Alpes, en busca de nuevas especies de flores. Un día notaron con sus binoculares una flor muy rara y bella, de gran valor para la ciencia. Pero la flor se hallaba en un profundo precipicio. Sólo sostenido de una cuerda se podía bajar por el despeñadero.
Un muchacho curioso observaba la escena. Los científicos le propusieron pagarle bien si se dejaba bajar por el despeñadero, para cortar la flor que había en el fondo. El muchacho miró el peligroso precipicio, y luego dijo:
- Regreso en un minuto. Al poco rato volvió seguido de un hombre de pelo canoso, se acercó al botánico y le dijo: "Bajaré por el despeñadero, y les traeré la flor, si este hombre sostiene la cuerda. Es mi papá". Si alguna otra persona sostiene la cuerda, no me atreveré.

“No temas, yo estoy contigo”, es un maravilloso tema bíblico que puedes profundizar en el libro de Josué, capítulo 1, 1-10. Allí Dios una y otra vez repite al héroe, antes de su gesta guerrera en la tierra que mana leche y miel: “Sé valiente, no temas, porque yo estaré siempre contigo, adonde quiera que vayas”. Que estas palabras fortalezcan tu confianza.


* Enviado por el P. Natalio

lunes, 23 de octubre de 2017

LA VIDA UN LABERINTO


La vida un laberinto



Tener fe es haber descubierto el inmenso amor que Dios tiene por ti; y, ante tan enorme y fascinante hallazgo, organizar tu vida como una respuesta fiel y coherente. El Espíritu de Dios, Espíritu de amor, te ayude a interiorizar este pensamiento en la meditación, porque está en el centro de la auténtica relación con el Señor.

La vida no es un pasillo recto y fácil... por el que viajamos libres y sin obstáculos, sino un laberinto de pasajes en el que debemos hallar nuestro camino, perdidos y confundidos, una y otra vez, atrapados en un callejón sin salida. Pero, si tenemos fe, Dios siempre nos abrirá una puerta que aunque tal vez no sea la que queríamos, al final será buena para nosotros. A. Cronin.

No basta escuchar y conocer las verdades de la fe: hay que vivirlas. “Dichoso el hombre que escucha la Palabra de Dios y la practica”. Sólo así tu vida adquirirá consistencia y nada la derribará, pasarás victorioso las pruebas de este mundo perecedero y tendrás junto a Dios una morada de eterna felicidad. El Señor te asista en el combate de la fe.


* Enviado por el P. Natalio

sábado, 21 de octubre de 2017

EL CIELO Y EL INFIERNO


El cielo y el infierno



Cierto día un hombre santo estaba teniendo una conversación con el Señor y dijo: "Señor, me gustaría saber como son el Cielo y el Infierno. El Señor llevo al hombre santo hacia dos puertas. Al abrir una de las puertas, el hombre santo miró dentro y en medio del cuarto había una gran mesa redonda. En medio de la mesa había una gran olla de guisado que olía tan delicioso que hizo agua la boca del hombre santo.

La gente sentada alrededor de la mesa estaba delgada y enferma y parecían hambrientos. Ellos estaban sosteniendo cucharas con mangos muy largos que estaban atados a sus brazos, así que cada uno no fue capaz de meter la mano en el pote de guisado y tomar una cucharada, pero por causa de que el mango era más largo que sus brazos, no podían poner las cucharas dentro de sus bocas.

El hombre santo se estremeció ante semejante cuadro de miseria y sufrimiento. El Señor le dijo: "Has visto el Infierno".

Luego fueron y abrieron la siguiente puerta. Era exactamente igual como el primer cuarto. Había gran mesa redonda con el gran pote de guisado que hizo agua la boca del hombre santo. La gente estaba equipada con las mismas cucharas de mangos largos, pero aquí la gente estaba bien alimentada y llena de salud, riéndose y hablando.

El hombre santo dijo: ¡No entiendo...!

"Es simple" dijo el Señor: Esto requiere de una habilidad..."Mira: Ellos han aprendido a alimentarse el uno al otro, mientras que los avaros piensan solamente en ellos mismos".

El verdadero sentido del amor es dar. Jesús murió para darte todo por amor.

RECONOCER LA ABUNDANCIA


Reconocer la abundancia



Cuando nos concentramos en la abundancia, sentimos que nuestra vida es abundante; cuando nos concentramos en la escasez, sentimos que nuestra vida está llena de carencias. Todo depende simplemente de donde centremos nuestra atención.

Es verdad que no podemos negar los sufrimientos de la vida. Eso es perjudicial para la salud, tanto la física como la emocional. Pero igualmente importante es lo siguiente: ¡No podemos negar la abundancia que hay en nuestra vida!

Te recomiendo que escribas para ti un "Libro de la Abundancia". Cada noche, antes de acostarte, anota por lo menos cincuenta cosas maravillosas que te hayan ocurrido ese día.

¡Vamos! ¿Cincuenta cosas? "Si difícilmente logro encontrar tres", dirán algunos.

Es obvio que no te has fijado en las bendiciones y bienes de tu vida. La finalidad de este ejercicio es ayudarte a hacerlo. He aquí algunas de las cosas que podrías anotar:

• Esta mañana arrancó el coche.
• Soy capaz de caminar.
• Tengo alimentos para comer.
• Alguien me hizo un elogio.
• Hoy mis hijos no se metieron en ningún lío.
• Sentí el calor del sol en la cara.
• Hablé con una de mis mejores amigas.
• Las flores están comenzando a abrirse.
• Tengo agua caliente para ducharme.
• Estoy respirando.
• Salió el sol.

Las cosas que anotes en tu "Libro de la Abundancia" no tienen por que ser brillantes y sensacionales. En realidad es mejor que no lo sean. Ten siempre presente que si sólo nos fijamos en las cosas brillantes y sensacionales, gran parte de nuestra vida parecerá triste, y eso desde luego no es cierto.

Respirar, por ejemplo, no es algo increíble, realmente extraordinario. Al principio, encontrar esas 50 cosas que agradecer te va a llevar mucho tiempo, muchísimo tiempo. Pero muy pronto las cosas buenas van a llover sobre el papel, porque te pasarás gran parte del día buscando las bendiciones de tu vida para poder tener cosas nuevas que añadir a tu "Libro de la Abundancia" cada noche. ¡Y las encontrarás!

Los beneficios son evidentes... Cuando empieces a buscar las cosas buenas, inmediatamente dejarás de fijarte en las malas, y te sentirás feliz, una persona afortunada. Si logras adquirir el hábito de fijarte en la abundancia, tu vida se transformará...

viernes, 20 de octubre de 2017

UN MILAGRO EN LA CÁRCEL


Un milagro en la cárcel



La siguiente historia ocurrió en Misisipi, Estados Unidos, en 1944 y se transmite como verdadera. Lo relata el padre O'Leary, que atendía la cárcel.

Claudio Newman, hombre de raza negra, tenía dos años de casado cuando, defendiendo a su mujer, mató a un hombre blanco que la atacaba. Fue arrestado y condenado a morir en la silla eléctrica.

Estando en la cárcel, uno de los presos se arrancó una medalla religiosa y la tiró al piso maldiciendo. Claudio la recogió y se la puso por curiosidad. Esa noche, mientras dormía fue despertado. Y allí de pie estaba una señora muy hermosa. Le dio miedo, pero la Señora lo calmó y dijo: “Si quieres que yo sea tu Madre, y si te gustaría ser mi hijo, haz que te traigan un sacerdote de la Iglesia Católica”. Luego desapareció.

Claudio empezó a gritar, pero luego pidió un sacerdote católico. Acudió el padre O'Leary, quien relata esta historia, y comenzó instruirlo en la fe católica junto a otros, aunque dudaba de la verdad de las apariciones.

Claudio no sabía leer, ni nada de religión, ni quién era Jesús. Por eso sorprendió cuando dijo: “Yo ya sé de la Confesión, pues la Señora me dijo que cuando nos confesamos nos arrodillamos, no delante de un sacerdote, sino ante la cruz de su Hijo. Y cuando sentimos dolor por nuestros pecados, la Sangre que Jesús derramó nos baña y libra de todos los pecados. No deberían de sentir miedo de confesarse, pues es decirle los pecados a Dios”.

Ante las dudas del padre O'Leary, Claudio le dijo en privado: “Ella me dijo que le recordara que en la guerra, cuando estaba caído en una zanja en Holanda, en 1940, usted le hizo una promesa, que Ella aún espera que le cumpla”. Eso convenció al Padre O'Leary que decía la verdad.

Días después, Claudio volvió a decirles: “La Señora me dijo que en la Comunión, yo solo puedo ver lo que parece un pan, pero eso es realmente y verdaderamente Su Hijo. Me invitó, como Ella, a amarle, adorarle, agradecerle, alabarlo y pedirle sus bendiciones”.

Finalmente Claudio fue recibido en la Iglesia Católica.

Llegó el día de la ejecución de Claudio. Pidió como último deseo hacer una fiesta, pues era una alegría ir hacia la Virgen.

En eso el abogado de Claudio llegó con una prórroga de dos semanas. Claudio se puso triste por su retraso al Cielo, pero aceptó lo que el sacerdote le dijo: “Quizás Nuestra Madre Santísima quiere que ofrezcas ese dolor, para la conversión del preso lleno de maldad que te odia mucho”.

Dos semanas después, Claudio fue ejecutado. El padre O'Leary comentó que nunca había visto a nadie ir a su muerte con más felicidad.

Dos meses después, llegó el día de la ejecución del hombre que odiaba a Claudio. Padre O'Leary decía que era el hombre más inmoral que conocía, pues tenía gran odio a Dios.

Antes de su ejecución, iba renegando y maldiciendo, pero de repente el condenado fijo sus ojos en una esquina y gritó con un rostro llenó de terror. Pidió un sacerdote para confesarse. El Padre O'Leary acudió.

Después el prisionero reveló: “Vi a la Virgen María y a Claudio que me dijo que ofreció su muerte por mi salvación. Ella me daba la gracia de poder ver mi lugar en el Infierno, si no me arrepentía. Por eso grité aterrorizado”.

Gracias a la Virgen, no fue inútil la muerte de Claudio. Acudamos con frecuencia a su intercesión seguros de ser oídos.



Pbro. José Martínez Colín

EL VALOR DE LOS PEQUEÑOS PASOS


Valor de los pequeños pasos



No es fácil cambiar y crear de la noche a la mañana una vida mejor. Pero, hay pasos pequeños que podemos dar para alcanzar el cambio que tanto anhelamos. Aunque al principio no logremos mucho, el solo hecho de mantener un estado mental adecuado y receptivo nos va a poner en movimiento, nos va a ubicar en el camino correcto hacia la superación personal.

Juan quiere dejar de ser malhumorado y convertirse en una persona que la mayor parte del tiempo sea amable y de buen carácter. Lo animo a empezar con pequeños gestos, como sonreír un poco más cada día, apreciar verbalmente el trabajo de alguno de su familia o de algún colega, usar cada vez más un "por favor" y un "gracias". Dejar atrás el mal carácter, la rudeza, el enojo cotidiano; es imposible de un día para otro, pero son posibles los cambios minúsculos, que parecen imperceptibles pero que con el tiempo se convierten en buenos hábitos, tan naturales que no requieren ningún esfuerzo para realizarlos.

¿Y tú? Tú puedes comenzar ahora mismo, ¿cuáles son esos pequeños cambios que puedes ejecutar?, ¿cuáles son esos pequeños pasos que puedes dar y que te conducirán a los grandes cambios?.... Empieza ahora y viendo los resultados positivos, poco a poco te sentirás motivado para seguir adelante. Empieza ya, no esperes más.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 19 de octubre de 2017

UN PROYECTO ETERNO DE DIOS


Un proyecto eterno de Dios



La persona menos dotada de cualidades y dones es una “superdotada” por el solo hecho de pertenecer a la humanidad. En efecto, nos ha sido dada la vida con sus fuerzas físicas y espirituales, con sus amplias posibilidades de relación y actuación. Y nos fue dada la fe y la esperanza y un gran capital de amor y gracia. Tú eres un proyecto eterno del amor de Dios.

Señor, quiero recordar que cada ser humano es obra de tus manos de Padre. A cada uno le diste la vida con inmensa ternura. Ilumina mi mirada para que reconozca que nadie ha nacido por casualidad. Cualquier persona es un proyecto eterno de tu amor. Por eso traigo ante ti a los seres humanos que encontraré hoy y mañana. Quiero contemplar a tu Hijo que se hizo hombre para rescatarlos, que derramó su preciosa sangre para salvarlos y por ellos sufrió el abandono de la cruz. Dame tu luz, Padre, para que pueda reconocer las cosas buenas que pusiste en ellos, todas las posibilidades bellas que hay en el interior de esas personas. En todo ser humano brilla algo de tu luz divina. Dame tu gracia para descubrirlo. Amén (V. M. Fernández).

Hay una realidad indiscutible, normal y prevista por Dios con un designio de amor: los talentos han sido distribuidos en forma desigual. ¿No te parece que es con el fin de hacernos crecer en el amor y el servicio complementándonos, ayudándonos, integrándonos a la familia humana? Que pases un día de buenas relaciones con todos.


* Enviado por el P. Natalio

LA HIPOCRESÍA INTOLERABLE


La hipocresía intolerable
Por: Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net 




Al leer el Evangelio nos encontramos con un Jesús todo bondad, que acoge a todos los pecadores, y que, sin embargo no tolera a unos hombres con los cuales está en lucha frontal.

Son los fariseos y los escribas, a los que llama con una palabra que, desde Jesús, se ha convertido en uno de los vocablos más odiosos del diccionario, como es la palabra ¡Hipócrita!... 

Llamar a uno ¡hipócrita! ha venido a ser un baldón y la mayor vergüenza.

La hipocresía es la mentira utilizada para aparecer ante los demás bueno y noble escondiendo toda la maldad que se lleva dentro.

Pero, para empezar de una manera más amable y positiva, se me ocurre el caso bonito, que leí no hace mucho, sobre un papá que quiso formar a su niño en la sinceridad que nos pide Jesús.
El pequeño fue sorprendido en una mentira, y el papá le dio una lección que no olvidaría nunca, de modo que después el joven y el hombre ya no dijo jamás una falsedad.
Tomó el papá al hijito mentiroso, lo llevó delante del Crucifijo, y le dictó despacio esta oración que el niño iba repitiendo: Jesús, yo te he ofendido. Mis labios se han ensuciado con una mentira. Ven, y límpiamelos.
Las lágrimas le empezaron a correr al niño por las mejillas. Pero el papá, sin inmutarse, tomó un trozo de algodón que aplicó a los labios de la imagen de Jesús, lo empapó después con alcohol, se lo pasó bien por los labios a su hijo, y le hizo seguir con la oración:
Señor, purifícame y perdóname. Haz mi corazón sincero, y que nunca salga de mí otra mentira. 

Todos estaremos conformes en dar a ese papá una cátedra de sicología y de pedagogía en la universidad...

Jesús se encontró en su predicación de buenas a primeras con una oposición terrible de parte de los que dominaban al pueblo: los escribas y los fariseos.

Los fariseos, de gran influencia en el pueblo, formaban un partido religioso-político que oprimía a la gente humilde con capa de santidad y de fidelidad a la ley de Dios, mientras que ellos se las sabían arreglar de mil maneras para librarse de lo que les exigía esa misma ley dada por Moisés.

Los escribas eran los intérpretes de la ley y brazo derecho de los fariseos. Unos y otros vivían en la mentira, procedían con doblez, y exigían con rigor insoportable la observancia de una ley que ellos no querían guardar.

La mejor definición de los escribas y fariseos la dio el mismo Jesús cuando los llamó sepulcros blanqueados, muy bonitos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre...

Pronto vino el enfrentamiento de los escribas y fariseos con Jesús. Era imposible entenderse la mentira con la verdad, el rigor con la mansedumbre, la justicia despiadada con el perdón misericordioso... Y Jesús, al denunciarlos ante el pueblo, usó siempre la expresión ¡Hipócritas!

Jesús no soportaba la hipocresía porque ésta es la falsificación de la vida, la perversión del pensamiento, la profanación de la palabra. Al mentir, el hipócrita quiere pensar como habla, y vivir después como piensa, es decir, siempre en contradicción con la verdad.

El mentiroso e hipócrita se encuentra muy pronto con el rechazo total, como le pasaba en los tiempos de Jesús al personaje más importante del mundo, a Tiberio, el emperador de Roma. Era el dueño de todo el mundo conocido, pero al mismo tiempo era tan mentiroso, que, como dice un escritor romano de sus días, ya nos se le creía aunque dijera la verdad...

Aquella antipatía de Jesús con los fariseos, es la misma que sentimos también nosotros con cualquier persona que procede con dolo. Aguantamos toda clase de defectos en los demás, porque todos nos sentimos débiles y sabemos ser generosos con el que cae.

Pero usamos una medida diversa con el que nos miente. No lo soportamos, y le aplicamos la sentencia de la Biblia:
La esperanza del impío hipócrita se desvanecerá.

El hipócrita y mentiroso no puede esperar nada de nadie, porque se le rechazará del todo.

Todo lo contrario le ocurre a la persona sincera. Quien dice la verdad siempre, aunque le haya de costar un disgusto, se gana el aprecio de todos y todos confían en ella. Es el premio del sentir, vivir y decir la verdad.

Jesucristo nos lo dijo con una sentencia bella y profunda, cargada de mucha sicología: La verdad os hará libres.

Quien nunca dice una mentira y confiesa siempre la verdad, y vive conforme a sus convicciones, es la persona más libre que existe. No oculta nada. Es transparente como el cristal. Y de ella dice Jesús como de Natanael: Un israelita en quien no hay engaño. Un cristiano o una cristiana sin doblez...

Sentimos todo lo contrario por aquel que dice y vive siempre la verdad. Ante él nos inclinamos reverentes. Porque es todo un hombre o toda una mujer. Nos fiamos de su palabra. Le tenemos por el ser más valiente y digno de respeto.

La verdad, como dice Jesús, le hace libre, y nos demuestra tener un corazón y unos labios tan limpios como el niño que aún no ha dicho la primera mentira....

miércoles, 18 de octubre de 2017

SOBRE AQUELLO DE NO JUZGAR


Sobre aquello de No Juzgar
Ese mandato no implica que suspendamos toda opinión sobre todo comportamiento pues entonces ni siquiera la predicación sería posible


Por: Fr. Nelson Medina O.P. | Fuente: fraynelson.com 




Pregunta:

Jesús cuando vino al mundo enseñó a no juzgar, sino por el contrario enseñó a amar, ¿por qué lo hacemos nosotros los cristianos? — K.M.
Respuesta:

La expresión “no juzgar” hay que saberla entender porque de otro modo lleva a contradicciones insolubles.

Piensa nada más en esto: Cuando le decimos a alguien: “No juzgues” ya estamos haciendo un juicio nosotros mismos.

Piensa también en que si uno quisiera evitar absolutamente TODO juicio, uno no podría decir nada sobre los que secuestran niñas para violarlas y matarlas porque entonces uno estaría “juzgando” al que cometió tales hechos.

Y piensa además que si uno intentara evitar TODO juicio moral, resultaría imposible educar a un niño o a un joven porque educar siempre implica expresar juicios morales; como por ejemplo: “No sigas el camino de los corruptos, que se roban el dinero del pueblo.”

Por último, démonos cuenta de que lo de “no juzgar” se dice y repite machaconamente cuando se trata de ciertos comportamientos (y pecados) mientras que otros sí son condenados duramente. Es frecuente que se aplique lo de no juzgar a temas de afectividad y sexo (implicando que cada quien viva su sexualidad más o menos como le parezca) mientras que el tráfico de drogas o las actividades de la mafia se condenan sin tapujos. O sea que evitamos juzgar en cuanto a los pecados “de moda” y sí juzgamos las lacras “de moda.”

Todo eso muestra que el sentido de las palabras de Cristo no podía ser–y no es–que debemos abstenernos de decir si las cosas son buenas o son malas. Uno no puede ver un secuestro o una violación, por ejemplo, y quedar amordazado por esta interpretación de las palabras de Cristo hasta el punto de no poder denunciarlo porque “eso sería juzgar.”

Entonces, ¿cómo entender rectamente la enseñanza del Señor?

Un buen punto de partida es que Cristo no hablaba español, ni latín; quizás entendía bastante griego pero su mente y corazón provienen del pueblo judío y de la raza hebrea. Lo mejor es explorar las palabras “justicia/juicio” (mishpat) y “juzgar” (shaphat ó shafat) desde el hebreo. Y lo primero que uno nota es que shafat es un verbo que equivale a “gobernar” de modo que el que hace justicia es ante todo el mismo que gobierna, o sea, el rey. Puesto que Dios es el rey del mundo y el soberano de las naciones de la tierra, es claro que “hacer justicia” o dar el “mishpat” corresponde a Dios.

En nuestras sociedades, en cambio, los juicios suceden en juzgados, y pueden ser apelados, e ir a distintos tribunales, de más alto rango; o por el contrario, hay casos que pueden prescribir y ya no ser sometidos al sistema judicial. En Israel, y en general en todos los pueblos antiguos, el juicio sobre una situación o sobre una persona, era algo que sucedía UNA VEZ y que venía directamente del soberano (no había nuestra famosa separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial); pronunciar juicio no admitía en principio apelación y definía para siempre el destino de una persona. esa es la idea de “juzgar” que está detrás de la advertencia de Cristo.

"Juzgar" en lengua hebrea, es tomar el lugar del juez, y el único juez es Dios, cuyos “juicios” indican la verdad definitiva y el destino final de cada persona. De modo que “no juzgar” equivale a: “No pretendas tomar el lugar de Dios creyendo que puedes conocer o definir el desenlace final de la vida de otra persona.” Por supuesto, ese mandato no implica que suspendamos toda opinión sobre todo comportamiento pues entonces ni siquiera la predicación sería posible.

Y no olvidemos que el mismo Cristo nos invitó a practicar la corrección fraterna (Mateo 18,15-17). ¿Cómo podría yo corregir a mi hermano si cada vez que le fuera a decir que está haciendo algo incorrecto él me dijera: “¡Tú, cállate: me estás juzgando.”

En resumen: el mandamiento de No Juzgar significa que no usurpemos el lugar de Dios en cuanto a qué va a suceder finalmente en la vida de una persona; pero ello no impide que reconozcamos, en nosotros mismos y en los demás, cosas que son incorrectas y que deben ser corregidas.

LÁMPARA PARA MIS PASOS


Lámpara para mis pasos…



La Biblia contiene la palabra sagrada escrita por autores inspirados y elegidos por Dios para esa misión. Sabía él muy bien en medio de qué tinieblas se encontrarían sus hijos en los años venideros, y por amor a cada uno de nosotros asistió con dones especiales a los escritores del libro santo para que escribieran todo y solo lo que él les inspiraba. Son cartas de amor del Padre que te ama. Léelas con fe y cariño.

El Gobierno de los Estados Unidos no les enseña a los agentes del Ministerio de Hacienda a detectar billetes falsos mediante el estudio cuidadoso de billetes falsificados. Al contrario, les muestra una y otra vez los billetes genuinos hasta que se memoricen el diseño. Entonces, cuando un billete falsificado es colocado delante de ellos, lo reconocen inmediatamente porque no está de acuerdo con el diseño que sus ojos buscan.

El único modo en que puedes conocer si la palabra que lees es de Dios, es leerla una y otra vez para que, cuando leas una palabra extraña, la puedas reconocer al momento. Es mil veces más sabio dedicar tiempo para aprender la única palabra verdadera, que tratar de aprender a detectar una multitud de medias verdades y errores que circulan por allí. “Lámpara para mis pasos es tu palabra, Señor, luz en mi sendero”. 



* Enviado por el P. Natalio

martes, 17 de octubre de 2017

NO JUZGUES


NO JUZGUES



 Él quería que sus hijos aprendiesen a no juzgar de manera apresurada. Por eso, a lo largo del año, mandó que cada uno de ellos viajase hasta una localidad distante, donde había un peral plantado.

Después de que volviese el último hijo, el hombre los reunió y pidió a cada uno que les describiera lo que habían visto.

El primero dijo que el árbol era feo y retorcido.

El segundo hijo manifestó su desacuerdo, indicando que el árbol tenía hojas verdes y estaba cubierto de preciosas flores de aroma tan dulce que él se arriesgaría a decir que eran las flores más graciosas que había visto.

El tercer hijo argumentó que estaban confundidos, ya que el árbol estaba repleto de frutos dorados, bellos y sabrosos. El árbol estaba tan cargado de frutos que estaba arqueado y lleno de vida.

El último hijo no estuvo de acuerdo con los demás, diciendo que el árbol no tenía flores ni frutos, aunque sí hojas coloridas con los más bellos tonos de rojo y dorado.

El hombre explicó a sus hijos que todos estaban en lo cierto, pues cada uno había visto el árbol en una estación diferente. Agregó que no se puede juzgar un árbol o a una persona por sólo una estación.

La vida sólo puede ser cuantificado al final, cuando todas las estaciones se completen. Quien desiste delante del invierno, pierde las delicias de las demás estaciones.

SE TÚ MISMO


Sé tú mismo



Cada persona es un ser único, por naturaleza. “Cuando Dios crea un persona rompe el molde”, dice el proverbio. Por lo tanto el mejor consejo que puedo darte es: sé tú mismo. Pero sé lo mejor de ti mismo. Ten valor de ser diferente y seguir tu propio camino. No hagas vanos intentos de imitar ciegamente a los demás.

No tengas miedo de estar solo, de mirarte interiormente y de encontrarte en tu silencio. Ten miedo de ser solitario, aislado de tus hermanos, desconfiado, sin amigos y sin comunicación. Nunca temas decir la verdad o expresar con claridad lo que sientes y afirmar aquello que has visto o has oído. Teme más bien engañarte a ti mismo, autoconvencerte de la mentira o colocar máscaras en tu rostro. Sé tú mismo en donde estés, aceptando a los otros como son. Vive con intensidad y dinamismo. Rompe tus murallas y levántate y la vida será para ti un canto, y cada día será una fiesta (Sandy Macchi).

Para fortalecer esta decisión de ser tú mismo, puedes decirte: “Proclamaré mi singularidad ante el mundo. No intentaré imitar a otros. Soy una cosa rara, y existe valor en todo lo raro. Soy un ser único de la naturaleza”. Esto es honrar al Creador que te dio cualidades valiosas para una misión destacada. De allí la importancia de conocerte y valorarte a ti mismo.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 16 de octubre de 2017

LO ESENCIAL ES INVISIBLE


“Lo esencial es invisible”



“Escucha, Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte»” (Dt 6, 4-7). Precepto clave y fundamental que recorre todas las páginas de la Biblia.

En tu vida, hay cosas que son accidentales y secundarias; y otras que son esenciales y prioritarias; de las primeras, podrás prescindir en determinadas circunstancias; de las segundas, nunca podrás olvidarte. Examina qué es principal para ti y qué es secundario, y vive según tu respuesta. Pero ten cuidado de no equivocarte en tus apreciaciones; no sea que al equivocarte en tus juicios, te equivoques en tu vida; porque hay equivocaciones que no arrastran a mayores consecuencias, mientras que otras producen verdaderas catástrofes. Hay que poner las cosas en su lugar en la escala de valores; sería desastroso trastornar esos valores; piensa que el primer lugar, por ser el primer valor, le corresponde siempre y únicamente a Dios.

Según las palabras de la Biblia, se trata, de tener un amor tan firme a Dios que siempre lo tengamos en el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental para eso: Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como respuesta coherente a su inmensa bondad.


* Enviado por el P. Natalio

EL SÍNDROME DE JONÁS


El síndrome de Jonás
Homilía de la Misa matutina en la Capilla de la Domus Sanctae Martahe, el Lunes 14 de octubre de 2013


Por: SS Francisco | Fuente: Catholic.net 




Hay una grave enfermedad que amenaza hoy a los cristianos: el «síndrome de Jonás», aquello que hace sentirse perfectos y limpios como recién salidos de la tintorería, al contrario de aquellos a quienes juzgamos pecadores y por lo tanto condenados a arreglárselas solos, sin nuestra ayuda. Jesús en cambio recuerda que para salvarnos es necesario seguir el «signo de Jonás», o sea, la misericordia del Señor. Es éste en sustancia el sentido de la reflexión que propuso el Papa Francisco durante la misa celebrada el lunes 14 de octubre.

Comentando las lecturas de la liturgia, tomadas de la carta de san Pablo a los Romanos (1, 1-7) y del Evangelio de Lucas (11, 29-32), el Pontífice inició precisamente por aquella «palabra fuerte» con la que Jesús se dirige a un grupo de personas llamándolas «generación perversa». Es «una palabra —observó— que casi parece un insulto: esta generación es una generación perversa. ¡Es muy fuerte! Jesús, tan bueno, tan humilde, tan manso, pero dice esta palabra». Sin embargo, como explicó el Pontífice, Él no se refería ciertamente a la gente que le seguía; se refería más bien a los doctores de la ley, a los que buscaban ponerle a prueba, hacerle caer en una trampa. Era toda gente que le pedía signos, pruebas. Y Jesús responde que el único signo que se les dará será «el signo de Jonás».

¿Pero cuál es el signo de Jonás? «La semana pasada —recordó el Papa— la liturgia nos ha hecho reflexionar sobre Jonás. Y ahora Jesús promete el signo de Jonás». Antes de explicar este signo, el Papa Francisco invitó a reflexionar sobre otro detalle que se deduce de la narración evangélica: «el síndrome de Jonás», lo que el profeta tenía en su corazón. Él «no quería ir a Nínive y huyó a España», dijo el Santo Padre. Pensaba que tenía las ideas claras: «la doctrina es ésta, se debe creer esto. Si ellos son pecadores, que se las arreglen; ¡yo no tengo que ver! Este es el síndrome de Jonás». Y «Jesús lo condena. Por ejemplo, en el capítulo vigésimo tercero de san Mateo los que creen en este síndrome son llamados hipócritas. No quieren la salvación de esa pobre gente. Dios dice a Jonás: pobre gente, no distinguen la derecha de la izquierda, son ignorantes, pecadores. Pero Jonás continúa insistiendo: ¡ellos quieren justicia! Yo observo todos los mandamientos; ellos que se las arreglen».

He aquí el síndrome de Jonás, «que golpea a quienes no tienen el celo por la conversión de la gente, buscan una santidad —me permito la palabra— una santidad de tintorería, o sea, toda bella, bien hecha, pero sin el celo que nos lleva a predicar al Señor». El Papa recordó que el Señor «ante esta generación, enferma del síndrome de Jonás, promete el signo de Jonás». Y añadió: «En la otra versión, la de Mateo, se dice: pero Jonás estuvo en la ballena tres noches y tres días... La referencia es a Jesús en el sepulcro, a su muerte y a su resurrección. Y éste es el signo que Jesús promete: contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos».

Para aclarar más el concepto, el Obispo de Roma se refirió a otra parábola del Evangelio «que representa bien lo que Jesús quiere decir. Es la parábola del fariseo y del publicano que oran en el templo (Lucas 14, 10-14). El fariseo está tan seguro ante el altar que dice: te doy gracias Dios porque no soy como todos estos de Nínive ni siquiera como ese que está allí. Y ese que estaba allí era el publicano, que decía sólo: Señor ten piedad de mí que soy pecador».

El signo que Jesús promete «es su perdón —precisó el Papa Francisco— a través de su muerte y de su resurrección. El signo que Jesús promete es su misericordia, la que ya pedía Dios desde hace tiempo: misericordia quiero, y no sacrificios». Así que «el verdadero signo de Jonás es aquél que nos da la confianza de estar salvados por la sangre de Cristo. Hay muchos cristianos que piensan que están salvados sólo por lo que hacen, por sus obras. Las obras son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta a ese amor misericordioso que nos salva». Las obras solas, sin este amor misericordioso, no son suficientes.

Por lo tanto «el síndrome de Jonás afecta a quienes tienen confianza sólo en su justicia personal, en sus obras». Y cuando Jesús dice «esta generación perversa», se refiere «a todos aquellos que tienen en sí el síndrome de Jonás». Pero hay más: «El síndrome de Jonás —afirmó el Papa— nos lleva a la hipocresía, a esa suficiencia que creemos alcanzar porque somos cristianos limpios, perfectos, porque realizamos estas obras, observamos los mandamientos, todo. Una grave enfermedad, el síndrome de Jonás». Mientras que «el signo de Jonás» es «la misericordia de Dios en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros, por nuestra salvación».

«Hay dos palabras en la primera lectura —añadió— que se relacionan con esto. Pablo dice de sí mismo que es apóstol, no porque haya estudiado, sino que es apóstol por llamada. Y a los cristianos dice: vosotros sois llamados por Jesucristo. El signo de Jonás nos llama». Que la liturgia del día, concluyó el Pontífice, nos ayude a comprender y a hacer una elección: «¿Queremos seguir el síndrome de Jonás o el signo de Jonás?».
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